APORTES A LA EDUCACIÓN DESDE LA MEMORIA COLECTIVA DE ADULTOS MAYORES COLOMBIANOS, UN EJEMPLO PARA LAS NUEVAS GENERACIONES

CONTRIBUTIONS TO EDUCATION FROM THE COLLECTIVE MEMORY OF COLOMBIAN OLDER ADULTS, AN EXAMPLE FOR THE NEW GENERATIONS

CONTRIBUIÇÕES PARA A EDUCAÇÃO A PARTIR DA MEMÓRIA COLETIVA DOS IDOSOS COLOMBIANOS, UM EXEMPLO PARA AS NOVAS GERAÇÕES

 

Sergio Luis De La Hoz[1]

(Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia)

Mg. Gloria María Isaza Zapata[2]

(Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia)

 

Fecha de recepción: 30 de septiembre de 2021

Fecha de aceptación: 22 de noviembre de 2021

 

RESUMEN

Este artículo tiene como objetivo elaborar una revisión documental sobre la memoria colectiva del adulto mayor en Colombia entre el período 2013-2019, y relacionarlo con el aporte que brindaría esta experiencia, en la educación infantil mediante la identificación de las características en las narrativas del grupo de estudio. Dicha investigación fue descriptiva, con enfoque cualitativo, y el modelo de análisis fue la revisión documental consistente en dos fases: 1) protocolo de búsqueda y revisión de fuentes de información; 2) Hermenéutica. A partir de estas dos etapas se seleccionaron 19 iniciativas de un total de 80, esto nos dio como resultado una categoría central (Identidad territorial y cultural) y dos subcategorías (Lazos Familiares y paz). Una de las conclusiones del trabajo, de acuerdo con los distintos testimonios de adultos mayores, es que la articulación entre tiempo y espacio que anudan memorias, vivencias, simbolismos, imaginarios, experiencias e interacciones que emergen en la narrativa, van abriendo la posibilidad de concebir espacios reflexivos que permiten reconocer el valor de la vida en comunidad como medio para fortalecer el sentido de pertenencia a su territorio.

Palabras claves: adulto mayor, infancia, testimonio, memoria colectiva, revisión documental, identidad.

ABSTRACT

This article aims to prepare a documentary review on the collective memory of the elderly in Colombia between the period of 2013-2019 and relate it to the contribution that this experience would provide in early childhood education by identifying the characteristics in the narratives of the study group.

This research was descriptive with a qualitative approach, and the analysis model was the documentary review consisting of two phases: 1) search protocol and review of information sources; 2) Hermeneutics. From these two stages, 19 initiatives were selected out of a total of 80, this resulted in a central category (territorial and cultural identity) and two subcategories (family ties and peace).

One of the conclusions of the work, according to the different testimonies of older adults, is that the articulation between time and space that knot memories, experiences, symbolisms, imaginaries, experiences, and interactions that emerge in the narrative and open the possibility of conceiving reflective spaces that allow recognizing the value of community life as a means to strengthen the sense of belonging to their territory.

Keywords: senior, testimony, collective memory, documentary review, identity.

RESUMO

Este artigo tem como objetivo elaborar uma revisão documental sobre a memória coletiva dos idosos colombianos entre o período 2013-2019, e relacioná-la com a contribuição que essa experiência proporciona na educação infantil ao identificar as características das narrativas do grupo de estudo. A pesquisa foi descritiva, com abordagem qualitativa, e o modelo de análise foi a revisão documental composta por duas fases: 1) protocolo de busca e revisão das fontes de informação; 2) hermenêutica. Destas duas etapas, foram selecionadas 19 iniciativas de um total de 80, resultando numa categoria central (Identidade territorial e cultural) e em duas subcategorias (Laços de família e paz). Uma das conclusões do trabalho, segundo os diferentes depoimentos de idosos, é que a articulação entre tempo e espaço que amarra memórias, vivências, simbolismos, imaginários, vivências e interações que emergem na narrativa e permitem a elaboração de reflexões. Espaços que permitem reconhecer o valor da vida comunitária como meio de fortalecer o sentimento de pertença ao seu território.

Palavras chaves: idoso, testemunho, memória coletiva, revisão documental, identidade.

 

Cómo citar: De La Hoz, S. L., Isaza Zapata, G. M. (2021). Aportes a la educación desde la memoria colectiva de adultos mayores colombianos, un ejemplo para las nuevas generaciones. Revista Pares, 1(2), 175-203.

 

INTRODUCCIÓN

Desde hace dos décadas[3] ha habido un aumento en la producción investigativa y científica sobre la memoria colectiva, esta se ha convertido en objeto de reflexión teórica para diferentes disciplinas de las ciencias sociales como: la sociología, la psicología social, la historiografía, la antropología y la filosofía (Pineda, 2017). Algunos datos encontrados en la base de datos de Scopus ―en el período 2000 hacia adelante―, nos señalan que la memoria colectiva ha sido trabajada en países como España, Chile, Colombia, Argentina y Estados Unidos. Pero, antes de discutir sobre la memoria colectiva debemos establecer: ¿Qué es la memoria?

Para Sepúlveda (2015), la memoria está fragmentada y es una auto-representación del pasado que se construye de manera imaginativa y se complejiza en la medida que se integra como parte de un recuerdo colectivo. Sin embargo, Para Rodríguez et al., (2019), la memoria es “un discurso público sobre el pasado que pugna con la historia oficial, en el cual caben los distintos enfoques de género, clase, etnia, entre otros” (Rodríguez et al., 2019: 180).

Desde nuestro punto de vista, la memoria es un proceso de evocación del pasado y que hace parte de un recuerdo colectivo, que permea la subjetividad de cada uno de los individuos de una comunidad (Rosa & Bellelli, 2000 citado en González, 2016; Sepúlveda, 2015; Rodríguez et al., 2019). En este sentido, la formación de identidades histórico-sociales, proceso cuya comprensión es clave para entender la relación de una sociedad con su pasado, se puede ver influenciada dentro de la escuela y la educación (Revilla & Sánchez, 2018). Por ejemplo, “la educación rural transmite un currículo general, de carácter nacional, que deja por fuera el saber propio de sus pobladores” (Gaviria, 2017: 54).

Los habitantes rurales, sus cosmovisiones, el uso del territorio, sus prácticas y hábitos son elementos de concepciones y formas del saber que, en diferentes rangos y categorías, permite identificar las estructuras y sistemas sobre los cuales se ha conformado la identidad en los procesos de acumulación de saberes que podríamos sintetizar como “pedagogía rural”: “además de la historia, las comunidades rurales (indígenas, campesinas y afrodescendientes) permiten evidenciar ese otro mundo de hábitos, usos y costumbres que emerge de manera diferencial en la forma de concebir la existencia humana” (Gaviria, 2017: 55).

Por lo que, si esa configuración de subjetividades, que se da en la memoria, se apoya en las posiciones en que se sitúa el cuerpo humano en lugares específicos, esa complicidad de cuerpo y espacio permite generar identidades e interpretaciones espaciales, pero también formas de contar esas complicidades y conflictos que se viven en una comunidad (Rodríguez & Moreno, 2016). Es por esto que, la memoria como proceso de evocación es vital aún desde los primeros años de vida, para la construcción de la identidad del sujeto que hace parte de una cotidianidad y un espacio en particular.

En el caso de las ciudades y comunidades rurales, este espacio ha sido relegado por la pérdida de sentido de pertenencia de los individuos, debido a que no existe un proceso de construcción de memoria desde la infancia vinculada a ese espacio público (Scheld, Taplin & Low, 2014). Aquí, podría aparecer la escuela como uno de los mejores escenarios donde se transmite la memoria colectiva, las identidades y los saberes, reglas, normas y conductas socialmente legitimadas. “La utilidad principal de la memoria colectiva es el aprendizaje colectivo, la utilización del pasado como enseñanza para el presente mediante la articulación de sus usos públicos” (Ramos, 2021: 33).

Si la memoria colectiva es trabajada desde los primeros años escolares y durante toda la formación escolar demuestra que los usos del pasado y su posibilidad de indagación, mantienen su utilidad, tanto en nuestro proceso de orientación en el tiempo y en el espacio social como en la formación crítica dentro de los contextos educativos, en el aprendizaje y la enseñanza (Revilla & Sánchez, 2018). En tal caso, la educación inicial debe incluir contenidos educativos que desarrollen las capacidades de aprendizaje y generar una sana interacción entre los niños con su mundo social, promoviendo la autonomía, el ejercicio de la memoria, la participación en el mundo y la cultura, vínculos afectivos, y todo aquello que configura el desarrollo integral del ser humano en estos primeros años de vida (Gómez, 2017).

Espacios como la Cátedra de la Paz tienden a generar la apropiación de conocimiento en torno al territorio, la cultura, el contexto económico y social y la memoria (Flórez & Valencia, 2018). De otro lado, la desvinculación con el territorio y la construcción de memoria es de factura reciente: “se inauguró con el advenimiento del modernismo y la formalización de los edificios puros e impersonales” (Munizaga, 2014 citado en Rodríguez et al., 2019: 173). Asimismo, esa pérdida de sentido de pertenencia, de acuerdo con Jones (2016), tiene que ver con la pérdida del valor social, entendiendo este como lo que “abarca el significado del ambiente histórico para las comunidades contemporáneas, incluyendo el sentido de identidad, de pertenencia y de espacio de la gente, así como formas de memoria y asociación espiritual” (Jones, 2016: 1).

En este sentido, el valor social ―como apego colectivo a un entorno― encarna los significados y valores que son importante para una o varias comunidades, observando que esto involucra la base para la “identidad, pertenencia e interacción social y toma en cuenta formas de memoria, historia oral, simbolismo y práctica cultural” (Jones & Leech, 2015: 3). Es por esto que, el espacio constituye un dispositivo y soporte fundamental en la articulación, reproducción y transformación de la memoria (Pineda, 2017); las múltiples historias oficiales, las memorias locales y las íntimas se asocian colectivamente a un territorio (Rodríguez et al., 2019) para así elaborar una memoria colectiva.

Regresando al contexto educativo, para concluir, existe un escenario de la enseñanza que recuerda que lo pedagógico y lo escolar son dimensiones culturales y formativas, pues la enseñanza del currículo está comprometida en la producción y reproducción de divisiones sociales que pasan por el modelo de identidades sociales particulares (Silva, 1996). Así, es posible inferir que, al construir una propuesta educativa que recoja las dimensiones de la vida rural, se incorporen también los saberes y prácticas de reconocimiento identitario de dichas poblaciones (Gaviria, 2017).

MARCO TEÓRICO Y ESTADO DE LA CUESTIÓN

Para Rosa & Bellelli (2000 citado en González, 2016), la memoria colectiva de cada individuo está inscrita en marcos de referencia colectivos, de los cual el principal es el lenguaje: en tanto la adquisición de lo simbólico y del lenguaje son condiciones previas a la posibilidad de significar el mundo (Bruner, 1991 citado en Maldonado, Amador & Santos, 2018). La memoria es, por ello, reconstrucción; de otro lado, para Gili (2015), la memoria colectiva es producto de un proceso social por el cual se construye sentido respecto del pasado y el presente de cada sociedad. Esta memoria es, al mismo tiempo, elemento constitutivo y esencial de la identidad de una persona o de una colectividad.

Desde la educación, los estudiantes se pueden acercar a la memoria desde un ámbito social para la comunidad y reconociendo sus contextos, esto con el propósito de comprender que la historia es un proceso de construcción continuo en el cual ellos cumplen un papel importante, pues con sus acciones y experiencias construyen su historia del tiempo reciente (Flórez & Valencia, 2018). De esta manera, la memoria colectiva es un proceso social de reconstrucción de un pasado vivido o significativo para una comunidad e incluso individuo, y está mediada por marcos sociales como el lenguaje, el tiempo y la cultura en la que se inscriben los recuerdos (Rosa & Bellelli, 2000 citado en González, 2016; Gili, 2015) y que al ser gestada desde la infancia puede ser un paso para reconocer la experiencia vivida.

En este sentido, los “marcos sociales” de la memoria de Halbwachs (2012) dependen de la interacción social a través del lenguaje, las experiencias, así como los códigos simbólicos y materiales que construyen y activan la memoria. “La memoria individual es el soporte, producto y exponente primaria de las memorias colectiva y de la memoria social. Tiene un carácter social porque, como explica Halbwachs (2012), la sociedad cataliza, refuerza y estimula nuestro recuerdo” (Ramos, 2021: 28). Halbwachs (2012) asocia la memoria con todo lo que fluctúa, lo concreto, lo vivido, lo múltiple, lo sagrado, la imagen, el afecto, lo mágico. Parte del grupo y no del individuo, parte del presente y no del pasado, de la actividad y no de la pasividad del espíritu, de la sociedad y no de la conciencia individual.

Es así como la memoria colectiva ofrece un enorme potencial, en especial a la hora de trabajar sobre temáticas controvertidas, en las que el alumnado puede sentirse involucrado, ofreciendo la posibilidad de reflexionar explícitamente sobre los usos de la Historia, así como sobre su construcción: “Aspectos como el patrimonio, la memoria, la apropiación o la simbolización del pasado adquieren una enorme utilidad, facilitando la conexión entre los aspectos más cognitivos y aquellos más prácticos” (Revilla & Sánchez, 2018: 123). De igual forma, de acuerdo con Rodríguez et al., (2019), la memoria reclama a la oralidad como elemento central porque tiene en cuenta el aporte de los ciudadanos del lugar, en tanto poseedores de una reflexión acerca del territorio y el devenir que han desarrollado en él: “la oralidad o las fuentes orales para la historia se presenta como un elemento subjetivo para la creación de conocimiento” (Alía, 2016, citado en Rodríguez et al., 2019: 174).

En más de un caso, narración y oralidad confluyen para reconstruir experiencias pasadas, y así reordenan el proceso social de una colectividad (Mendoza, 2005 citado en Montes, 2016). Y es eso justamente lo que le da vigencia a anteriores prácticas, saberes y procederes. La oralidad fue el primer camino que siguió la comunicación del pasado. No obstante, de acuerdo con Vygotsky (1995 citado en Cervantes, 2018), la oralidad no es el único mecanismo para construir memoria, pues esta se ha de comunicar de diversas formas, por ejemplo ―a través de lo que se conserva―, como artefactos o textos, y otros mecanismos que las sociedades crean para esta tarea.

Uno de estos puede ser la recopilación de archivos, documentos o escritos que fueron creados con la intención de preservar la memoria colectiva de un grupo en particular. Dando entrada a lo que es la Investigación documental, entendiendo esta como aquella que es utilizada para la recolección de la información, a través de miradas y posturas teóricas para así establecer tendencias y conclusiones que permitan profundizar en el proceso de interpretación de los datos recolectados (Garzón, 2018).

Es por esto que, en esta investigación, lo que queremos es construir una memoria colectiva a partir del adulto mayor colombiano que permee la infancia, considerada esta como lo define Jaramillo (2007): “la primera infancia como el periodo de la vida, de crecimiento y desarrollo, comprendido desde la gestación hasta los 7 años aproximadamente y se caracteriza por la rapidez de los cambios que ocurren. (Citado en Ramírez & Quijano, 2018: 8). con una reflexión de los distintos trabajos e investigaciones realizadas durante el período 2013-2019 en Colombia, y que respondan a nuestros requisitos de inclusión. Todo esto surge a través de la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo la memoria colectiva del adulto mayor colombiano posibilita actos de reflexión desde la infancia a partir de la identidad individual, por medio de la revisión documental entre el período 2013-2019?

En cuanto al término “adulto mayor”, este hace referencia a los sujetos de 60 años en adelante que han experimentado un proceso natural de envejecimiento relacionado a la edad, “son considerados una población vulnerable puesto que la edad conlleva generalmente a un deterioro paulatino de las capacidades físicas y cognitivas” (Cuervo & Parra, 2016: 9).

Los estudios enfocados en los adultos mayores y referentes a temas relacionados con la vejez han tenido gran acogida en distintos campos de las ciencias sociales y de la salud. Puesto que, según la OMS (2016), para el año 2050 se estima que la población de adultos mayores tendría un aumento demográfico mundial, representando así el 30% de los habitantes de países como Chile, Estados Unidos, Irán y Corea del sur.

El caso colombiano no es la excepción, según el DANE (2018) la población actual de adultos mayores en Colombia oscila entre el 9,0% y 9,2% de la población total en la nación. Y las proyecciones para este sector poblacional con respecto a su crecimiento según el Departamento Nacional De Planeación (2018) indica que para el año 2050 el 23% (14,5 millones de personas) de la población colombiana tendrían entre 60 y 65 años en adelante invirtiendo así la pirámide en la que hoy nos movemos.

A partir de las nociones de adulto mayor y envejecimiento han surgido propuestas que buscan la prolongación de estos sujetos en la vida social productiva, puesto que el proceso de envejecimiento no solo está marcado por factores físicos y cognitivos, también en el sentido social. El envejecimiento tiene sus propias características y suscita en el individuo distintos fenómenos, como afirma Rodas (2019), dependiendo del sexo: “las personas comienzan una etapa marcada por la jubilación que determina la salida del individuo de la vida productiva y mantiene un estigma de marginalidad, pasividad y dependencia” (Rodas, 2019: 64). Varela (2008), por su parte, señala sobre la vejez en el contexto colombiano que está enmarcada en los siguientes factores: la soledad, la enfermedad, la muerte y el deterioro físico.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, surge en nosotros un interés por indagar en las identidades individuales que construyeron los adultos mayores colombianos durante el período 2013-2019, y como permea esta la infancia, rescatando sus construcciones de memoria, hechos significativos y vivencias a partir de una revisión documental.

METODOLOGÍA

El método del Análisis Documental o Revisión Documental, según Barbosa & Rodríguez (2013 citado en Bolaños, Tovar & Medina, 2017), contiene dos fases, una heurística y una hermenéutica, las cuales facilitan la búsqueda y análisis de la información objetivo. Siguiendo a los autores mencionados se estableció el siguiente procedimiento teniendo en cuenta nuestro proceso de investigación:

Fase 1. Protocolo de búsqueda y revisión de fuentes de información: El protocolo responde a una serie de características sobre la información objeto de estudio, esto permite concretar las búsquedas (Budgen & Brereton, 2006 citado en Bolaños, Tovar & Medina, 2017).

Tabla 1. Protocolo de búsqueda de fuentes de información.

Protocolo de Búsqueda

Idioma:

Español

Período de tiempo:

Año 2013-2019

Términos (de búsqueda)

Individuales:

Memoria, identidad, envejecimiento, tercera edad, nacionalidad, autobiografía, gerontología, geriatría.

Colectivos:

Adulto mayor colombiano, revisión documental, memoria colectiva, construcción de la identidad, análisis documental, historias de vida, adulto mayor, archivos históricos, gerontología educativa, gerontología social. 

Recursos de información:

Bases de datos SCielo, Dialnet, Proquest Psicology Journals, entre otras.

Recursos audiovisuales.

Google académico.

Tesis de grado, magister, postgrado.

Páginas oficiales de instituciones del Estado (nacionales, municipales e internacionales).

Páginas de las universidades.

Revistas digitales.

Libros.

Boléanos (y/o).

Estrategias

De formación:

Asesoría en uso de bases de datos, en función de los intereses de consulta.

De generación de términos:

Combinación entre revisión de títulos y resúmenes de artículos.

De búsqueda:

Ingreso escalonado de términos, restringiendo la búsqueda según resultado precedentes.

Revisión de citaciones y referencias bibliográficas.

Adaptado de Barbosa & Rodríguez (2013 citado en Bolaños, Tovar & Medina, 2017).

            En este segundo momento, se diseñó el protocolo de revisión de fuentes de información, esto teniendo en cuenta unas Normas de revisión que comprendían: la existencia de trabajos, fuentes de información, la fecha de publicación, corroboración de trabajos completos, entre otros. Así mismo, unos criterios de exclusión e inclusión que contenían la siguiente información respectivamente: publicaciones por fuera del lapso establecido, publicaciones que no trabajen temas de memoria; artículos, textos y/o revisiones literarias en torno al tema de memoria y adulto mayor.

Fase 2. Hermenéutica: realización de un trabajo de lectura, análisis, interpretación, comprensión crítica y objetiva según propósitos de la investigación relacionado con la construcción de memoria colectiva de adultos mayores colombianos (Shupingahua, 2017; CNMH, 2014, 2017, 2018; Rodríguez et al., 2014; Sánchez, 2013).

Procedimiento

            A continuación, se explicará en detalle cómo se obtuvieron las iniciativas:

Búsqueda y obtención de referencias: Se realizó una búsqueda de iniciativas en la página del CNMH (Centro Nacional de Memoria Histórico) y en distintas bases de datos (SCielo, Dialnet, Proquest Psicology Journals, entre otras.), para la selección de los documentos se utilizó el criterio de ubicación geográfica (estado colombiano) que ―según el Banco de la República― contiene sus 32 departamentos; de igual forma, se establecieron los criterios de inclusión y exclusión mencionados anteriormente.

Selección de artículos: 19 de 80 iniciativas fueron escogidas por medio de los criterios de inclusión y exclusión establecidos para realizar el análisis.

Extracción de datos: se crearon las siguientes categorías, a saber; la forma, el proceso, los recursos, los participantes, los procesos de construcción de memoria, las identidades, las causas y consecuencias del estudio y su aporte para el grupo poblacional, con las cuales se analizaron los textos seleccionados por medio del programa ATLAS.ti 7.5.4, el cual permitió establecer conexiones entre las mismas.

Síntesis de resultados: En la sección Resultados se describirán detalladamente lo encontrado durante el análisis, asimismo, se anexarán los cuadros que especifiquen detalles de las 19 iniciativas seleccionadas.

Técnicas de análisis de datos

            Se usó el programa ATLAS.ti 7.5.4, por medio del cual se revisaron y analizaron los documentos a través de las siguientes categorías: Formas (fotos, poemas, danzas, relatos); Proceso (configuración de la iniciativa); Recursos (físicos, digitales, simbólicos); Origen (actores sociales); Participantes (personas u organizaciones); Procesos organizativos (logro de objetivos); Causas y consecuencias (motivaciones e intenciones); impacto para la comunidad (significados y construcción de memoria).

RESULTADOS

La revisión documental realizada a partir de la búsqueda en bases de datos de documentos, archivos, artículos y otros, entre los años 2013-2019 sobre la construcción de memoria colectiva sobre el adulto mayor, nos arrojó ochenta iniciativas de las cuales solo 19 están sistematizadas y cumplen con los criterios de inclusión y análisis. Estos trabajos se encuentran en la siguiente tabla:

Tabla 2. Clasificación documental por tipo de iniciativa de memoria de las iniciativas analizadas.

Clasificación de iniciativas a analizar

#

Testimonios y narrativas escritas en libros

4

Recursos audiovisuales o documentales

11

Artículos académicos

3

Tesis y talleres

1

Sin Clasificación u otros

0

Total

19

Diseñado por autores del artículo.

En este sentido, la revisión documental de las iniciativas de memoria colectiva sobre el adulto mayor entre los años 2013-2019, arrojó los siguientes resultados en cuanto a las formas en que se presentan las memorias, testimonios, narrativas, en donde participan adultos mayores y que son voz para la construcción de memoria. Así mismo, sus dinámicas sociales, su participación en espacios de memoria y la sistematización de estos procesos y teorizaciones. Ya muy bien lo expresaba Ricoeur (2004), la memoria se concibe como una aportación documental adicional durante la primera fase del proceso, en la que se recoge la información de los testigos, y donde la memoria declarativa se externaliza a sí misma en forma de testimonio para convertirse en una prueba documental más.

De esta forma, la memoria individual es el soporte, producto y exponente primaria de las memorias colectiva y de la memoria social. Tiene un carácter social porque, como explica Halbwachs (2012), la sociedad cataliza, refuerza y estimula nuestro recuerdo. Además, con respecto a la formación de identidades, las narrativas construidas como reflejo de esta conciencia histórica “enmarcan nuestro compromiso cívico, al proporcionar puntos de referencia para justificar, interrogar, desafiar o resistir nuestras prácticas y nuestros convenios sociales actuales” (Haste y Bermúdez 2017, 429). Por lo que, esa noción de conciencia histórica en términos didácticos amplía el propósito de la enseñanza y el aprendizaje del pensamiento histórico, siendo posible proponer marcos de trabajo que sirvan para orientar el trabajo escolar y académico (Revilla & Sánchez, 2018).

Por último, este proceso de orientación viene determinado por las instituciones donde se toman decisiones acerca de cómo estudiar, recordar y usar el pasado: “los estudiantes abordan actividades discursivas de negociación, afirmación, reconocimiento y contestación en torno a las narrativas sociales en competencia, conflictos de valor y diferencias de poder” (Bermúdez 2012, 207), esto permite la consolidación de una conciencia específica que determinará su visión histórico-social (Revilla & Sánchez, 2018). A continuación, se presentan la categoría central (Identidad territorial y cultural) y las subcategorías de análisis (Lazos familiares y Paz) con sus correspondientes resultados.

El análisis de la información obtenida a partir de la revisión documental logró evidenciar características y narrativas del adulto mayor a través de su propia memoria e identidad, que pueden fortalecer la experiencia del ser humano desde la infancia, esto teniendo en cuenta la conciencia histórica comprendida como un modo de autoconciencia al “conocer como situarse en una relación reflexiva consigo misma y con la tradición, comprendiéndose a sí misma con y a través de su propia Historia” (Gadamer, 1975 citado en Revilla & Sánchez, 2018: 117).

En este sentido, se destacan hechos, fragmentos, anécdotas y experiencias de adultos mayores que dan cuenta de su construcción de identidad y su memoria colectiva. El resultado de todo esto nos permitió acercarnos a la categoría central, la cual emerge como: Identidad territorial y cultural, comprendiendo la identidad territorial a partir de los cinco criterios propuestos por Herranz y Basabé (1999 citado en Villa, 2017), y la identidad cultural como una comunidad narrativa que por medio de relatos propone modos de integración, diálogo, resolución de conflictos e intereses (Siciliani, 2014).

Como complemento a este análisis, emergen dos subcategorías denominadas Lazos familiares, entendida como la vinculación entre individuos para comunicarse, interactuar, constituir familias y crear comunidades (González, 2017); y Paz, comprendido como el encuentro de cada persona con su mundo cultural a partir de una pluralidad de relatos con los cuales puede identificarse, relacionarse y convivir en armonía (Siciliani, 2014). Lo anterior, nos permite dar cuenta de la revisión documental realizada a partir de la búsqueda de información entre el período 2013-2019 en relación con la memoria colectiva sobre el adulto mayor colombiano.

IDENTIDAD TERRITORIAL Y CULTURAL

Identidad territorial

            En un primer momento, tenemos la identidad territorial, de acuerdo con Herranz y Basabé (1999), que se contempla a partir de cinco aspectos: un nombre propio que define a la comunidad; un vínculo con un territorio históricamente definido; uno o más elementos que caracterizan y marcan la cultura compartida (religión, lengua, etc.); “unas memorias colectivas históricas que implican un pasado común y unos mitos colectivos de origen; finalmente, unos derechos, unas obligaciones, una economía regulada y una movilidad dentro de límites políticos territoriales” (Herranz & Basabé, 1999 citado en Villa, 2017, p. 155).

En este sentido, todo esto trae a colación asuntos como la identidad, la memoria, la herencia y el valor social, la experiencia y la propia cotidianidad como constituyentes de la identidad territorial para los adultos mayores colombianos y determinar de experiencias en la vida infantil para formalizar saberes y conocimientos. En cuanto a la construcción de identidad a partir de un espacio geográfico en particular, un adulto mayor nos señala que “siento que los granadinos tienen mucha capacidad de resiliencia y eso es una característica de los granadinos” (ASOVIDA, 2015: min. 12:10-12:45).

El espacio geográfico también permea las características de los sujetos, aún desde la infancia, dándole ciertas cualidades propias del territorio; otro ejemplo de ello es presentado por un líder de una comunidad, “está ubicada en el municipio de Chibolo en el departamento del Magdalena, es una tierra próspera de gente amable, pujante, trabajadora, amigable y tiene una fauna muy hermosa.” (García & Mahecha, 2017: min. 12:40-12:55). Esto demuestra que, en los territorios confluyen diversos tipos de textos, los cuales crean distintos niveles de expresión y comprensión, permitiendo la construcción de identidades individuales y colectivas (Mora, 2012 citado en Ramírez, 2017).

No obstante, la concepción de identidad territorial no es posible sin la experiencia humana acumulada y la herencia sociocultural: “la misma memoria colectiva está expresada en ellos, de manera que la mente de cada individuo llega a ser un nexo o punto de encuentro de relaciones sociales y de prácticas discursivas y subjetividades pasadas y presentes” (Rosa & Bellelli, 2000: 29), por ello es fundamental establecer espacios dialógicos que permitan la escucha activa de estas experiencias de adulto mayor desde la población infantil para reconocerse en ella.

En un primer momento, los adultos mayores se muestran desde distintos ámbitos y campos. Usualmente son líderes de su comunidad quienes no les ha dado temor contar su historia, dar testimonios de lo que son y de lo que sufren. En este sentido, entendemos la construcción de la identidad como:

Un proceso subjetivo de interacción que se inscribe en la afectividad y que es de carácter abierto; es decir, un proceso en el que se “actúa” a lo largo de la vida en un contexto en el que dialogan la biografía personal y la historia social, según los cambios en las necesidades y capacidades individuales, por un lado, y los cambios en las demandas y recompensas de la sociedad, por el otro. (Salazar-Villanea, 2007 citado en Salazar, 2015: 45)

Una muestra de ello es la gesta y sacrificio de una líder afrodescendiente que relataba su historia con la misma fuerza con la que compartía sus cantos y sus bailes (CNMH, 2104); otro ejemplo de construcción de la identidad en los adultos mayores, podría ser las relaciones desarrolladas en el Departamento del Atlántico entre los campesinos:

relaciones humanas, donde se asocian, entienden, respetan, interpretan e intercambian las personas en sus modos y usos del espacio vital, para identificarse y solidarizarse con su visión y pertenencia colectiva. Ser un campesino del Atlántico es ser “un laborioso del campo”, poseer “una pequeña porción de tierra” y derivar de ella el sustento de su familia. (CNMH, 2017: 13).

Podemos señalar que, para los adultos mayores su construcción de identidad parte principalmente de sus relaciones sociales que responden a unos parámetros éticos e íntegros, así mismo, el reconocimiento de diferencias con el otro y el espacio (su porción de tierra) influyen en su construcción y en su mirada colectiva de comunidad. Nuestro adulto mayor, aun el campesino se muestra como una persona modesta y solidaria debido a que le gusta mucho compartir sus frutos y de lo que posee, son hombres y mujeres que ofrecen hospitalidad al prójimo y que participan activamente en las organizaciones campesinas, rasgos que en ocasiones se comparten con la experiencia vivida en la infancia.

En resumen, aspectos como el territorio y la cultura compartida influyen en la construcción y creación de saberes para las nuevas generaciones. El pasado común que tenemos millones de colombianos es una muestra de cómo ciertas tradiciones, costumbres y valores han perdurado con el tiempo, sería contradictorio no reconocer esto en las instituciones y más en núcleos formativos como lo es la educación inicial o la primera infancia. Ya que, la identidad territorial finalmente también está conformada por identidades individuales y sociales en donde dialogan la biografía personal con la construcción de historia social de un territorio o comunidad.

Identidad cultural

Con respecto a la identidad cultural, hay que señalar que se encuentra ligada a la herencia social, entendida como un cúmulo de experiencias populares, de saberes y formas de hacer, representadas en la cultura material y en la memoria social (Gili, 2015). La memoria individual se vuelve así manifestación de relaciones sociales y memorias colectivas, y la identidad cultural exhibe los patrones inherentes a los sistemas simbólicos: las modalidades del lenguaje y sus discursos, las formas de explicación lógica y narrativas, y los patrones de vida comunitaria mutuamente interdependientes (Bruner, 2000 citado en Mendoza, 2005).

Así mismo, un líder de una comunidad y adulto mayor nos señala que es importante hacer memoria porque nos permite reconocernos, identificarnos, no dejar que la memoria muera o se esconda, es decir, un construir a partir de la experiencia y de todo el legado y aprendizaje que eso deja (Pérez, 2014). Además, sostiene que “la memoria histórica tiene un arraigo territorial muy importante, nace de las comunidades, de los territorios, y debe encontrar eco, resonancia y sostenibilidad en el Estado a nivel nacional, regional y local” (Pérez, 2014: min. 31:08-32:18).

De igual modo, la vocación trabajadora de la gente y la riqueza de los territorios influyen en la construcción de identidad cultural y el tejido social, tanto hombres como mujeres vuelven a recabar en sus memorias, desempolvar fotografías y archivos y retornar al pasado para pensar en el futuro (CNMH, 2018). Nuestro adulto mayor colombiano converge en diferentes culturas incluyendo a los afrodescendientes e indígenas; por ejemplo, para los chimileros y chimileras lo más fundamental es resaltar su identidad campesina y que esta sea transmitida a las nuevas generaciones.

Por consiguiente, se sigue haciendo énfasis en la identidad campesina y en la riqueza natural del territorio, la pesca, los festivales, las tradiciones, la música, los paseos al río en familia, los jardines, como medios para construir y hacer que perdure la memoria de las comunidades y, en especial, la de los adultos mayores. De igual forma, la memoria colectiva expresada por los participantes se resalta en las comunidades a partir de su identidad campesina, gente trabajadora que ha luchado por su territorio y se ha unido para materializar sus sueños y construir su futuro en sus tierras (CNMH, 2018).

La memoria [líder indígena de una comunidad, adulto mayor] no se pierde, la memoria es nuestra, la han dejado vuestros ancestros y nosotros tenemos que apropiar, y una vez apropiamos esta memoria nos identificamos como lo que somos. La identidad es lo que nos diferencia los unos de los otros, eso está en el tema del idioma, el vestido, la forma de ver el mundo… (Rodríguez et al., 2014: min. 9:20-10:05)

Este fragmento anterior, saca a relucir la ajustada relación entre memoria e identidad, que, si se entrelaza con la infancia, podemos identificar que esta es una forma de nombrarse en sociedad. De la misma manera que la sensación me recuerda íntimamente quién soy, “el ejemplo nos recuerda que nuestra identidad depende de un flujo permanente de experiencia autoconsciente que reposa, a su vez, en el poder de la memoria para situar la experiencia presente en un continuo temporal” (Rosa & Bellelli, 2000: 93). Nuestras historias personales son historias de experiencia vivida. Este hecho es central para entendernos a nosotros mismos.

Por último, señalar que todas estas experiencias y saberes de los adultos mayores también puede permear en la vida de los más pequeños y adolescentes. Estos nuevos sujetos de la sociedad podrán aprender de la vida comunitaria, aportar al tejido social, hacer perdurar la identidad campesina en el territorio colombiano rescatando, de igual forma, las festividades y fiestas que hacen parte de nuestra cultura. Todo esto es posible siempre y cuando la escuela sepa aprovechar todos estos espacios para nutrirse y aprender de ellos.

LAZOS FAMILIARES

La memoria colectiva cumple una función especial para la identidad de un grupo social, que se construye desde las primeras experiencias de vida del ser humano. Por ello este proceso favorece su integración, como en que representa la proyección en el pasado de los intereses vinculados a esta identidad (Rosa & Bellelli, 2000); de este modo, los líderes campesinos y adultos mayores nos expresan que la memoria colectiva es permeada por diferentes factores: uno de estos es la familia, que ha constituido para el campesinado del Atlántico el primer espacio colectivo donde la organización es indispensable para solventar las necesidades de sus miembros, por lo cual desde su infancia sus primeros recuerdos los llevan al trabajo que, de la mano de sus padres, realizaban en tierras de otros (CNMH, 2017).

En un principio, la familia parece ser el núcleo principal de las comunidades, nos señalaba un adulto mayor: “la familia era todo […] alrededor, la comunidad era una familia, eso nos enseñaron, por eso nuestros padres fueron los primeros que nos idearon a muchos la forma de vivir, la forma de cómo podíamos vivir en sociedad” (CNMH, 2017: 14). A pesar de que habían vivido en el campo, tenían una concepción de unión, de solidaridad, de trabajo y de cooperación.

Luego, aparecen las integraciones sociales entre familias que genera confianza y credibilidad en las comunidades, esto promovió el desarrollo de proyectos organizativos y el apoyo necesario para llevarlos a cabo. Con respecto a esto, un líder de una comunidad (adulto mayor) nos menciona:

A largo plazo se mejoró paulatinamente la infraestructura educativa y se instalaron los servicios públicos, se fortaleció la organización y se inició un proceso de capacitación productiva agropecuaria y un manejo adecuado del medio ambiente. Para los jóvenes implicó una mejor calidad educativa, seguridad, unión familiar, empoderamiento, autoestima y solidaridad; para las mujeres, mayor seguridad “por tener lo propio” y un mayor compromiso; los adultos mayores perciben que por este hecho tuvieron estabilidad económica y alimentaria e ingresos a diversos programas de inclusión social.” (CNMH, 2017: 38)

Por otra parte, en otras comunidades se optaba más por las ‘casas campesinas’ que eran un espacio del campesinado para la protección de su identidad y su desarrollo económico (CNMH, 2017); sin embargo, tanto las integraciones sociales como las ‘casas campesinas’ son formas como el campesinado, que se ha forjado en la lucha por un pedazo de tierra. Finalmente, destacar que este núcleo social conocido como la familia, cuando tiene sus convicciones, principios y valores definidos, puede aportar mucho a la sociedad, pues sólo de la unión entre todos es que se logra el desarrollo social, la organización, la proyección, la creación de proyectos y la integración social. Demostrando todavía hoy día su importancia dentro de la construcción como país y como primer paso hacia la escuela y el sistema educativo.

PAZ

La paz se articula sobre la satisfacción de las necesidades básicas y sobre cuestiones estructurales como son la construcción de un proyecto político garante de condiciones sociales de igualdad, la distribución de los recursos, la justicia social, el equilibrio socioeconómico, condiciones de seguridad, y el acceso a la educación, la salud, la vivienda y el empleo. De igual modo, la paz está asociada a valores como la tolerancia, la solidaridad, la justicia, la equidad y el respeto al diferente (Mínguez, 2015). En cuanto al ámbito educativo, aparece la educación para la paz como aquella que forma al individuo para la convivencia y la coexistencia pacífica: “una educación para la paz, es una invitación a la acción, pues se tiene en cuenta, que no puede quedarse en la reflexión, sino que debe ir a la participación, entendida como una edificación para alcanzar una sociedad pacífica” (Flórez & Valencia, 2018: 907).

De igual modo, se debe construir una cultura de paz, que se inserte en la comunidad educativa a través del importante papel que tiene la figura del docente y la escuela como espacio para la construcción, la comprensión de la sociedad y los sujetos que la conforman. En todo caso, para los adultos mayores participantes de las iniciativas, la paz se comprende desde distintas miradas, las cuales serán conversadas a continuación.

Una muestra de ello, nos menciona una adulta mayor, es cuando vuelven los días de carnavales, esto alegra a la comunidad porque es un momento donde se apartan los pesares y se decide sonreír a la vida (CNMH, 2018); de otro lado, en la vereda Cerro Azul, la gente se encuentra alegre porque se respira paz y tranquilidad en el territorio, eso nos expresa un líder de la comunidad:

Con nuestro pequeño recuento queremos que se animen a visitarnos y a conocernos para que se lleven en su corazón lo mejor de la gente de Cerro Azul y puedan contar allá afuera que somos hombres y mujeres trabajadores del campo y guardianes de grandes árboles y recursos que cerca de las grandes ciudades ya no se ven.” (CNMH, 2018: 30)

En otra comunidad, señala un líder adulto mayor que, en la actualidad, viven tranquilos y se han unido nuevamente como colectivo, ha renacido ese territorio amañador y alegre (CNMH, 2018); también en Pailitas, con pequeños pasos se ha podido recuperar la Asociación de Juntas Comunales de Arroyo Hondo y Pailitas (ASOJUAHPAI), a través de la cual se hacen encuentros campesinos que ayudan a la reintegración de la comunidad. “En estos eventos nos reunimos campesinos de los diferentes corregimientos y veredas de Pailitas, hacemos concursos de baile, campeonatos de fútbol, carreras de caballos y, por supuesto, la comida que no puede faltar” (CNMH, 2018: 89).

Por otra parte, dos testimonios de adultos mayores que dan su aporte y concepto de paz: uno de ellos nos menciona que, se debe seguir construyendo la paz debido a que sin ella tanto en el corazón como en el territorio no se producirá esa tranquilidad tan añorada; mientras que, para el otro participante, la paz es soñar en un país con armonía donde podamos mirarnos a los ojos, abrazarnos y reconocer al otro (Sánchez, 2013).

            Otras formas de generar y construir paz en las comunidades, de acuerdo a algunos testimonios de adultos mayores y líderes, fue por medio de las narrativas e historias de la población, esto fue lo que ocurrió en Trujillo:            

fuimos encontrando en el camino personas que nos decían “yo tengo una historia, yo conozco, yo viví…” parte de los hechos que ocurrieron en Trujillo, lo puedo plasmar por medio de una pintura, de un escrito, que de una u otra manera dejaban ver y contaban unos hechos, y nos dimos cuenta de que había muchas otras maneras de visibilizar y de contar lo que había ocurrido en Trujillo. (Pérez, 2014: min. 22:50-24:18)

            De otro lado, en otra comunidad se construye paz a partir del trabajo, de las ganas de seguir adelante y de ver las veredas en tranquilidad. Es por esto que, se sigue fomentando la unión y el respeto por el otro. “Tenemos este caserío, todo es con cariño, con entusiasmo y le brinda un apoyo […] uno encuentra a los niños por ahí en el campo jugando, los adultos con los niños, y haciendo por el tejido social para que haya una buena relación entre las comunidades” (García & Mahecha, 2017: min. 23:41-24:53).

            En la comunidad de Poponte, de acuerdo a un adulto mayor, se ha traspasado las fronteras, ya que este sitio se ha hecho visible para muchos lugares del mundo, destacando su riqueza natural y cultural; de igual forma, las festividades, las muestras culturales, el Reinado del Maíz, las corralejas, las competencias deportivas y bailes populares amenizados por orquestas o grupos vallenatos, hacen que esta comunidad esté en una misma sintonía de paz y armonía (CNMH, 2018). Además, la comunidad resiste en el campo y trabaja por fortalecer su economía:

son innumerables las personas, líderes y lideresas que día a día luchan por el bienestar de la comunidad y la recuperación del Río La Mula como recurso natural y centro de integración comunitaria, […] El anhelo es volver a ser ese pujante territorio que en el pasado se distinguió como la despensa del Cesar. (CNMH, 2018: 100)

Por último, una madre adulta mayor expresa que es una fiel convencida de que, si hay esperanza para el Norte de Santander, si se puede cambiar y demostrarle al mundo que con amor las cosas pueden ser diferentes. “Nosotros no nos podemos quedar en lo que pasó, tenemos que seguir adelante, subsanar todas las heridas. […] que nos dejen en paz, que haya tranquilidad, amor en nuestros hogares, en nuestras familias…” (Mora et al., 2013: min. 50:23-51. p.16).

Para concluir, la paz es necesaria no solo en las comunidades, sino en el aula de clase, en las calles, en los parques, en el país y en los establecimientos educativos. Para esto más allá de plasmar estas propuestas en escritos oficiales, hay que llevarlas a la realidad y reconocer que la construcción de paz es tarea de cada uno de los habitantes de una nación, país, o comunidad; requiere de sana convivencia, participación, unión y bienestar; finalmente, debe ser practicada, enseñada y reforzada en ámbitos como la escuela o centros educativos, pues la paz requiere el aporte de cada individuo.

CONCLUSIONES

La memoria colectiva tiene que ser un lugar donde las múltiples voces se escuchan, aún desde la infancia se debe orientar a reconocer su valor y se encuentran en diálogos que son múltiples y que a veces están irrigados de tensión porque “la memoria no es un lugar de unanimidad, se debe apostar por la construcción colectiva del conocimiento mediado por la dignidad y el respeto hacia cada uno de los individuos con sus memorias, sus experiencias y su sentido de pertenencia” (Pérez, 2014: min. 34:11-35. p.55). 

En resumen, la memoria colectiva toca varios aspectos: el ejercicio resistente de colectivos que tiene relación con los derechos humanos y las prácticas mnemónicas de comunidades y movimientos sociales en su afán de afirmar sus identidades y sus procesos de reivindicación (Villa, 2014).

De otro lado, toda memoria es una construcción social y espaciotemporal erigida en la vida cotidiana, en el seno de diversos ámbitos de interacción subjetiva y en diferentes espacios, los cuales inciden en los lazos sociales (Pineda, 2017); es por esto que, el espacio es una construcción social en el que se inscriben marcas grabadas por la dinámica del poder, la cultura y el devenir histórico: “Todo espacio cuenta con una dimensión material y una dimensión simbólica ―que se mantienen interrelacionadas― vinculadas a la forma en que los sujetos sociales en interacción se apropian de él” (Pineda, 2017: 16).

Nuestros adultos mayores participantes en las iniciativas nos muestran dolor y melancolía por esos tiempos que han pasado y que ya no volverán. En este sentido, comprendemos el dolor humano y debemos enseñar desde la infancia como aquella función trascendente que nos hace ser conscientes de nosotros y de reconocer al otro: “El dolor nos hace tomar consciencia de nuestros límites. Ahora sabemos que somos mortales, pero no nos duele la muerte, nos duele la vida que ya no es y nos hace conscientes de ser." (Norman, 2017: 116). De igual forma, entendemos la melancolía como un estado anímico ausente, relacionado con la desazón, la añoranza, la pérdida de ideales, el miedo al futuro.

Finalmente, la articulación de tiempo y espacio ―cuyos nudos simbólicos y socioculturales generan una red espacial que prefigura una comunidad construida alrededor de tramas de lugares― anudan memorias, vivencias, simbolismos, imaginarios, experiencias e interacciones que emergen en la narrativa abriendo la posibilidad de concebir espacios articulados (Rodríguez & Moreno, 2016), debido a esto, es de vital importancia el relato de los individuos de una comunidad, pues por medio de este le dan un sentido de pertenencia a su territorio.

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[1] Estudiante de Licenciatura en Inglés-español, Universidad Pontificia Bolivariana. Grupo de investigación Pedagogía y Didácticas de los Saberes (PDS); correo: sergiodelahoz23@hotmail.com 

 

[2] Magíster en educación y desarrollo humano. Universidad Pontificia Bolivariana: Docente interno y Coordinadora de la Maestría en Psicopedagogía. Grupo de investigación Pedagogía y Didácticas de los Saberes (PDS); correo: gloria.isaza@upb.edu.co 

[3] Información tomada de: https://www-scopus-com.consultaremota.upb.edu.co/term/analyzer.uri?sid=c6aa0bfad65efa1acc3a9f6324d7c962&origin=resultslist&src=s&s=TITLE-ABS-KEY%28memoria+colectiva+%29&sort=plf-f&sdt=b&sot=b&sl=33&count=65&analyzeResults=Analyze+results&txGid=e1d218a7956af382f0ac360a52516e3a