“Y QUE LOS PLATOS… LOS LAVE OTRO”. INTERVENCIÓN CULTURAL COLECTIVA Y
FEMINISTA DESDE CORONEL DORREGO
“Y QUE LOS PLATOS… LOS LAVE OTRO”. FEMINIST CULTURAL ACTIVISM FROM CORONEL DORREGO
“Y QUE LOS PLATOS… LOS LAVE OTRO”. ATIVISMO
CULTURAL COLETIVO E FEMINISTA DESDE CORONEL DORREGO
Dra. María
E. Wagon
(Universidad Nacional del Sur, Argentina)[1]
Dra. Ana Vidal
(Universidad Nacional del
Sur, Argentina)[2]
Fecha de recepción: 15 de mayo de 2024
Fecha de aceptación: 22 de mayo de 2024
Creative
Commons 4.0
Cómo citar: Wagon, M. E. y Vidal, A. (2024).“Y que
los platos… los lave otro”. Intervención cultural colectiva y feminista desde
Coronel Dorrego. Revista Pares - Ciencias
Sociales, 4(1), 125-157.
ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark://c0qaeat2s
Resumen
Entrevista a integrantes de
la agrupación de acción cultural feminista Y que los platos los lave otro… de la ciudad de Coronel Dorrego, provincia de
Buenos Aires, Argentina. A lo largo de la conversación se repasa brevemente la
historia de la colectiva (fundada en el año 2005) y el modo en el que las
entrevistadas vivenciaron su participación en ella siendo jóvenes mujeres que
retornaban a su lugar de nacimiento luego de haber vivido fuera de él por
muchos años. Recuperando distintos hitos en el derrotero de la agrupación, se
reflexiona acerca de las implicancias ser y actuar desde el feminismo, desde una
mirada dinámica que reconoce las continuidades y rupturas operadas en los casi
veinte años que transcurrieron desde su fundación hasta el presente
caracterizado por un avivamiento de las derechas antifeministas a nivel global,
nacional y local. Específicamente, se analizan las potencialidades de la
intervención feminista desde el arte, considerando de qué modo los lenguajes
estéticos intervienen de forma particular debido a los recursos y las
sensibilidades que movilizan. Asimismo, se sitúa la acción de la colectiva en
un marco específico como es Coronel Dorrego, localidad de dimensiones medias
del sur bonaerense con una tradición cultural que funciona como sustrato
peculiar en el cual la intervención militante se vivencia y ejerce de maneras
diferentes a las de las grandes metrópolis. Desde este lugar, y en este
presente, se debate, sobre el final, acerca de las formas y sentidos de uso del
lenguaje inclusivo.
Palabras
clave: feminismo, arte, cultura,
provincia de Buenos Aires, Argentina
Abstract
Interview
with members of the feminist cultural action group “Y que los platos los lave
otro…” from the city of Coronel Dorrego, province of Buenos Aires, Argentina.
Throughout the conversation, the history of the collective (founded in 2005)
and the way in which the interviewees experienced their participation in it as
young women returning to their place of birth after having lived away for many
years are briefly reviewed. Recovering different moments in the group's path,
we reflect on the implications of being and acting from feminism, from a
dynamic perspective that recognizes the continuities and ruptures that occurred
in the almost twenty years that elapsed from its founding to the present
characterized by a revival of the anti-feminist right at a global, national and
local level. Specifically, the potential of feminist intervention through art
is analyzed, considering how aesthetic languages intervene in a particular way
due to the resources and sensitivities they mobilize. Likewise, the action of
the collective is situated in a specific framework such as Coronel Dorrego as a
medium-sized town in the south of Buenos Aires, with a cultural tradition that
functions as a peculiar substrate in which the militant intervention is
experienced and exercised in different ways than those of the big cities. From
this place, and in this present, there is debate, ultimately, about the forms
and meanings of using inclusive language.
Keywords:
feminism, art, culture, Buenos Aires province, Argentina
Resumo
Entrevista com integrantes do grupo de ação cultural feminista “E
deixe outra pessoa lavar a louça…” da cidade de Coronel Dorrego, província de
Buenos Aires, Argentina. Ao longo da conversa, são brevemente revisadas a
história do coletivo (fundado em 2005) e a forma como as entrevistadas
vivenciaram sua participação nele, enquanto jovens que retornavam ao seu local
de nascimento após terem vivido fora do país. Recuperando diferentes marcos no
percurso do grupo, refletimos sobre as implicações de ser e agir a partir do
feminismo, numa perspectiva dinâmica que reconhece as continuidades e rupturas
ocorridas nos quase vinte anos que decorreram desde a sua fundação até o
presente, caracterizado por um renascimento da direita antifeminista no nível
global, nacional e local. Especificamente, analisa-se o potencial da
intervenção feminista através da arte, considerando como as linguagens
estéticas intervêm, de forma particular, pelos recursos e sensibilidades que
mobilizam. Da mesma forma, a ação do coletivo situa-se num cenário específico
como Coronel Dorrego, uma cidade de médio porte do sul de Buenos Aires, com uma
tradição cultural que funciona como um substrato peculiar, no qual a
intervenção militante é vivenciada e exercida de maneiras diferentes daquelas
das grandes cidades. A partir desse lugar, e nesse presente, debate-se, na
última análise, sobre as formas e significados do uso da linguagem inclusiva.
Palavras-chave: feminism, art, cultura,
província de Buenos Aires, Argentina
Entrevistadas: Laura
Forchetti (L), Eliset Nomdedeu (E), Ana Inés Serra (AI)
Entrevistadoras: Ana
Vidal (A) y María Wagon (M)
M: Comenzamos con una primera pregunta
muy sencilla, ¿qué es Y que los platos
los lave otro y quiénes son ustedes?
L:
Es, para mí, la pregunta más difícil.
AI:
Empiezo yo. Para mí, Y que los platos…
es mi salvación. Fue lo que me sostuvo activa intelectualmente, vincularmente,
militando. Es, también, mi encuentro con el feminismo, porque primero fue Y que los platos… en mi vida y después
el feminismo. Es como imposible imaginarme, y ellas son mis amigas además, así
que es como imposible imaginar una vida sin Y
que los platos. Es todo, un antes y un después.
L:
Personalmente, coincido; primero fue Y
que los platos… y después el feminismo, que, en un principio, no sabía bien
lo que era. Es algo esencial en mí, en mi persona, en todo lo que soy, en lo
que hago. Pienso en esta metáfora de las gafas violetas de las españolas, que
es muy buena porque, realmente, es así como empezaba a mirar todo, desde otro
lugar. Pienso en la literatura, por ejemplo, ya no pude leer más literatura de
la manera en que leía. Es también repensar todo lo que sucede, las conductas,
mi propia vida, la vida de mi mamá, mis relaciones, la historia, mi educación,
todo en relación a las cuestiones de género. Respecto de la pregunta: qué es Y que los platos…, respondía al
principio que me parece la más difícil porque, pienso: en los comienzos,
decíamos, es un programa de radio. Y era claro eso, que era un programa de
radio, ahora decimos es una colectiva feminista. Pero qué es no lo tengo muy en
claro. Es, podría decir, como un espacio de encuentro, que es de pensamiento y
de acción, ¿no? Y en un punto casi que es más de acción, que el pensamiento
viene como arrastrado un poco por esa acción, por lo menos es lo que yo siento.
E:
A mí no me problematiza la pregunta, eso me parece que lo tengo claro. Más allá
del rol afectivo que dice Ana y de lo que aporta Laura, para mí Y que los platos… es un grupo de acción
cultural feminista, es así. Yo creo que es un grupo de acción cultural que
utiliza los lenguajes y está cruzado por los lenguajes artísticos, eso viene,
me parece, de lo que cada una aporta desde su identidad, de su forma de ser. En
lo personal yo traía un bagaje de afinidad con el feminismo. Tengo formación en
género a partir de mi formación universitaria. Estudié historia, con interés
específico en “historia de las mujeres”, “historia de género”, un poco cómo fue
la evolución de esos enfoques, pero, en ese momento, no me identificaba como militante
feminista creo que para no contaminar la mirada que requiere la investigación,
la objetividad que requería. Sí estaba consciente de dónde me paraba, pero más
desde el rescate de todxs[3]
lxs protagonistas en la historia lxs que no tuvieron una voz, ¿no? Y que los platos… fue la herramienta o
el lugar donde esas dudas se disiparon, o se fortaleció el decir: “bueno, soy
feminista” o “esta es mi militancia”, que engloba también lo demás, pero que me
permitió dejar de lado la vergüenza o la sensación de creer que si afirmo que
soy feminista esto va a teñir de parcialidad mi lectura de los fenómenos
sociales.
L:
Por ahí es una marca de esa época, creo que ahora se acepta más.
E:
Esto es lo valioso de Y que los platos…,
que acompañó, fortaleció y definió este pasaje de ser alguien que veía los
procesos sociales desde ese pretendido lugar de neutralidad, a alguien que se
define como una militante de eso que venía observando.
AI:
también la sensación de que no hay vuelta atrás. Yo siento eso, hay otras cosas
que yo puedo aceptar que sean cíclicas, pero esto no, es algo que no se
negocia. En cualquier otro aspecto digo, “capaz que no es el momento, capaz que
ahora sí, capaz que tengo que esperar”. En esto, no, no hay vuelta atrás, sé
dónde estoy parada, dónde quiero estar, y eso me lo da Y que los platos…, y también me da un sostén, la sensación de no
estar sola es un montón.
M: Yo quisiera ahondar un poquito más
en quiénes son ustedes, quisiera que nos cuenten si son de Dorrego, si nacieron
en el pueblo, si estudiaron, si se fueron a estudiar y volvieron…
L:
Bueno, yo nací acá, en Dorrego, estudié magisterio acá, soy maestra especial y
maestra de estimulación temprana. Viví un tiempo en Bahía Blanca, trabajé en
Bahía Blanca, y después volví a Dorrego y, bueno, acá estoy, soy de acá.
E:
Creo que eso marca también un punto de contacto de lo que es Y que los platos…. Cómo Laura y Ana
también nací acá, estudié en Bahía Blanca y volví. Ana, que también es de acá,
estaba en otro lado y vuelve. En el momento en que Y que los platos… surge, surge como mujeres que se reencuentran en
Dorrego sintiéndose un poco extranjeras en el mismo Dorrego, ¿no?, buscando un
punto de contacto.
L:
Bueno, Perla, que es alguien muy importante en el grupo, y yo, éramos como las
dos más grandes y que ya hacía más tiempo que estábamos acá. Con las chicas nos
encontramos, nos conocimos en un taller de lectura en la biblioteca. Perla y yo
veníamos las dos del ámbito más de la literatura, yo ya daba talleres
literarios y con Perla también trabajamos juntas en eso, pensábamos juntas en
torno a la literatura ¿no? Esa era nuestra conversación, y era algo muy
importante para estar acá, en un ambiente que no nos resultaba tan
enriquecedor. Podríamos pensar, entonces, que el encuentro con Eliset y con Ana
Inés, y con dos compañeras más que formaron parte de Y que los platos…, fue un poco eso: “¡ay, qué suerte que no
encontramos!”, y coincidir en algo que inicialmente no fue el feminismo. Por
eso, también, de las seis que éramos inicialmente quedamos cuatro, porque dos
no se sintieron tan identificadas con el feminismo. En realidad, se sintieron
molestas creo yo.
AI:
Sí, o incómodas. Una anécdota es que una dice: “yo, mucho Y que los platos los lave otro y cuando llego a mi casa tengo que
lavar los platos y pensar qué voy a dejar de comer para cuando me vaya a la
radio”.
L:
Pero eso a todas nos pasaba.
AI:
Bueno…, mientras nosotras nos fuimos construyendo para seguir por este camino,
ella dijo, “no, yo ya no puedo ser parte de esto”, es más o menos así. Yo no
venía de ningún área, ni de historia ni de la literatura. Quedé embarazada muy
joven, después empecé a estudiar. Había vivido en Bahía, había vivido en Monte
[Hermoso] y venía de usar la biblioteca mucho en Monte Hermoso y me gustaba el
espacio y digo: “ay, se puede hacer algo en la biblioteca de Dorrego”, y ahí
caigo en la biblioteca, me habían regalado Rayuela,
y no la entendía, y daba vueltas. Con Eli nos conocimos porque nos metimos en
la comisión de la biblioteca, ahí nos conocemos con Laura y Perla, ellas
presentan el proyecto para leer Rayuela,
hacemos el grupo y así nos encontramos, más o menos así. Pero, bueno, no tengo
nada de formación. Sí me doy cuenta ahora, con lo transcurrido, de cuántas
cosas me cuestioné que capaz mis amigas no se cuestionaban, o cuántas cosas
estaba mirando que otras no miraban, y capaz que fue por eso que me sentí
cómoda. Pero sí, fueron una de las casualidades más lindas de mi vida ustedes.
L:
¡Sí! Más que más linda fue como una revolución realmente.
AI:
Durante el programa pasaba que siempre estuvimos maternando, es más, cuando
empezamos nace Malena, yo estaba embarazada, ya por tener, y Eli me dice que
estaba embarazada de Pedro; hoy tienen 19 años, entonces fue siempre ese
registro con los chicos, las chicas, con bebés, dando la teta. En ese contexto
fue muy difícil poder sostener el programa. Yo, muchas veces, no tenía a nadie
que me cuidara los martes a las nenas, a las tres, (porque siguieron naciendo),
entonces los martes era un día que ya mis amigas sabían, si no estaba el papá,
siempre alguien me ayudaba porque sabían que el martes era mi refugio. Nunca
pude ir al gimnasio, nunca pude sostener nada, pero Y que los platos…, sí.
L:
Claro, nos reuníamos esos primeros años con los hijos, yo tenía los chicos de
cuatro y seis años.
AI:
No había internet entonces nos juntábamos con libros, pensábamos el programa en
función de los libros que teníamos, no teníamos celulares así que fue
divertido. En lo personal, fueron años de mucho aprendizaje. Yo no puedo dejar
de agradecer todo lo que aprendo con ellas, o todo lo que he aprendido con Y que los platos…, es algo que no tiene
dimensión para mí.
E:
Algo que me queda resonando de lo que dijo Laura: “bueno, no empezamos hablando
de feminismo”. Esto me hace reflexionar sobre lo que es el feminismo amateur o
cómo surge el feminismo en nosotras. Ya lo dije antes, hablábamos de lxs
desposeídxs de la tierra, de lo que no se decía habitualmente, de los que nunca
tuvimos voz preponderante, de lo que nos interesaba. Me parece como que, en el
germen del feminismo, aunque no seas consciente, está esa mirada sensible sobre
tu realidad y la realidad de lo que te rodea, sin ponerle mayores
connotaciones, pero sí una mirada empática y sensible. Pero bueno, cuando
hablábamos de esta compañera que dijo: “bueno, yo no puedo estar acá porque me
voy y tengo que seguir lavando los platos”, eso lo estuvimos haciendo todas. No
es que una, por ser feminista, se transforma en un modelo de la liberación
femenina sin contradicción. Es vivir constantemente con esas contradicciones y
notarlas. El movimiento feminista no te expulsa porque vos te casaste con un
tóxico, criás tres hijos o decidiste lavar los platos. A mí, de chiquita, me
quedaron imágenes de mi mamá, qué sé yo, planchándole la ropa a mi papá. La miraba
y no pensaba como una Mafalda feminista: “ay, mamá, por qué le planchás la
ropa”. Sin embargo, me pregunto por qué me quedaron esas imágenes y no otras.
Es decir, hay algo que es como un germen, me parece, que es la mirada sobre lxs
que te rodean y sobre una misma y una especie de alarma o registro de lo que
hace algún ruido. Y eso es lo que ejercitamos en Y que los platos… Me parece que el feminismo es eso, tiene una
mirada empática sobre la sociedad en sí misma.
L:
Parte de la mirada de la minoría.
AI:
Claro, y que también, ahora que lo pienso, podríamos decir que no entramos al
feminismo por experiencias nuestras. Por ejemplo, a veces, te motiva a sumarte
a una agrupación feminista el haber sido víctima de violencia.
L:
No sé…
AI:
Bueno, muy sutilmente lo digo. Distinto es la persona que se suma a un grupo
feminista o a Socorristas[4]
porque tuvo una experiencia de interrupción (del embarazo) y sintió que
Socorristas es el grupo que la sostuvo y quiere ser parte. O de un grupo de
feministas porque necesitó de ellas. Hay muchas historias de ese tipo dentro de
la militancia. A nosotras nos convoca, más allá de las historias personales,
que todas tenemos algo que nos invita a ser feministas: nuestra crianza;
nuestras parejas; nuestro rol de hijas, pero no experiencias tan directas o tan
extremas, a eso voy yo.
L:
En realidad, cuando pensamos el programa de radio, no lo pensamos como un
programa de radio feminista pero ya rondaba la temática. Yo no me sentía
feminista ni sabía nada, ni había leído prácticamente nada, había leído alguna
cosa básica, prácticamente nada, pero sí ya tenía como una consciencia de
muchas cosas que estaban mal, y que habían estado mal en mí, especialmente, en
la educación, y en lo que veía yo de mi madre, por ejemplo, y ni hablar de mi
abuela. Yo había pasado por la experiencia de un aborto. Es decir, yo sentía
que eso que estaba pensando era algo que me atravesaba totalmente, pero que no
lo termino nunca, todavía, de resolver.
AI:
Claro, pero fue sutil. A lo que voy yo es que no fue un paso directo como veo
en un montón de las pibas que en general militan.
A: No hay un punto de inflexión causado
por un hecho trágico o por un hecho traumático.
AI:
Claro, cuando sutilmente comenzamos a indagar nos encontramos con que algo nos interesaba
y por eso lo sostuvimos.
L:
Yo no diría de mi parte, sutil. Pero, bueno, yo tengo quince años más que vos.
E:
Cada una viene desde sus propias vivencias.
AI:
Sí, mi vieja se separó, lo mandó a la mierda a mi papá, su divorcio fue una
revolución para ella, siempre la escuché decir: “este tipo quiere que yo le
planche las camisas, está loco”. Yo ya tenía ese registro en mi historia, ¿no?
A: Laura, cuando decís educación ¿decís
educación-sistema educativo, o decís educación de las familias? Porque sos
maestra, ¿lo decís desde ese lugar?
L:
Lo digo desde los dos lugares, desde la educación oficial, formal, el sistema
educativo. Mi generación era totalmente sexista, bueno, sigue siéndolo en
realidad. Y, además, yo tengo clarísimo el recuerdo de mis doce, trece, catorce
años, ese mandato de ser unas señoritas. Era muy fuerte eso. Y los temores, los
miedos, todo lo que circulaba en torno a ese mandato, desde mi madre, bueno, de
todas las mujeres más o menos de esa generación y todo el discurso que envolvía
la educación, las lecturas, todo nos llevaba a esa marca de qué era ser una
mujer. Bueno, había que sacarse eso de encima como se podía, no lo digo tampoco
como una tragedia.
AI:
Creo que tampoco te lo sacás del todo.
E:
Pero volvemos a la mirada sensible sobre la realidad de una. Lo que hace sí o
sí el feminismo es resignificar nuestras propias experiencias. Es decir, vos,
ante el mismo abuso, la misma situación de aborto, podés seguir por la vida
procesándolas de distintas maneras, pero el feminismo te va a dar un bagaje de
resignificación de todo eso que es determinante.
L:
Me quedé pensando en el ambiente educativo. Yo hice la secundaria en el colegio
San José, un colegio religioso. El ambiente era totalmente femenino, porque no
veías un varón ni en el jardín, ni en la escuela primaria ni nada,
prácticamente tampoco en la secundaria. En el ambiente educativo eran todas
maestras, la directora, la vicedirectora.
A: Otro de los temas que nosotras
queríamos consultar y abordar tenía que ver con la relación entre el arte y el
feminismo. Desde 2005 ustedes vienen haciendo intervenciones que apelan a lo
artístico o a lo cultural en el marco de un activismo feminista ¿no? En el
texto que elaboraron para el libro La
bolsa de Úrsula [Hernández y Beker, 2022] dicen, en un momento, que el arte
implica de una manera especial a quien lo ve, al público. Entonces, la pregunta
es amplia, va por el lado de por qué piensan que el arte o lo cultural genera
una implicación diferente en quien lo percibe como público y, también, cuáles
han sido las respuestas más impactantes, las cosas que les han hecho hacer esta
afirmación,
E:
Para mí, fundamentalmente, porque en el arte es el otro el que resuelve el
mensaje, es decir, no hay un receptor pasivo en ninguna experiencia artística.
Entonces también el que lo recibe se siente libre en esa apreciación, parte de
eso que está descubriendo por su propia sensibilidad. Sobre todo, por eso,
porque unx se conecta con la experiencia artística desde lo intelectual, desde
lo racional, pero también a partir de lo emocional. Sin mediadorxs aparentes. Y
de esa manera unx se involucra desde lo mejor, o de lo peor que puede tener
unx. Yo valoro eso de la experiencia artística, primero, porque no se vivencia
como alguien que te está dando un discurso en el que solamente opina el que
emite, sino que se resuelve siempre en el que mira, en el que participa de esa
experiencia artística, y, segundo, por esto de lo emocional a la hora de
participar de una experiencia artística.
AI:
Sí, es como que la persona que observa tiene un permiso de sentir, ¿no?, en lo
artístico no es solo recibir. Esto se ve, sobre todo, en la muestra Justicia por Kathy[5] que es tan conmovedora, tantas voces,
tantas manos. A mí siempre me impactó la observación de cuando armamos la
muestra, y también de cómo cada uno recorre las obras, o cada una, ¿no?, cómo
va mirando cada obra. Y eso es una propuesta que lo tiene solo una actividad
así, porque podés leer un texto, podés escuchar una charla, pero con una
dinámica distinta, acá los tiempos y cómo lo siento es muy subjetivo, entonces,
creo que va al grano para quien quiere, como que llega un poquito más.
E:
En el caso de la muestra es un ejemplo paradigmático, lxs artisxs que
trabajaron en la ejecución de su obra mucho tiempo, eso es un proceso de un
compromiso emotivo muy grande en el que tuvieron, también, una etapa de
investigación, de contactarse con toda la vivencia de Kathy, entonces eso es al
plus de compromiso emotivo con lo que estamos vivenciando. Y después, también,
para el que ve la muestra, hay una multiplicidad de discursos, esto es
importante, vuelvo al tema de que hay una multiplicidad de voces, no hay un
relato unívoco, está la vivencia de ese mismo hecho multiplicada por setenta
personas.
AI:
Sí, tampoco es casual que cada persona conecta con una obra distinta, no son
las mismas para todas, eso es genial, también.
L:
A mí me parece que, como el discurso del arte nunca es directo, esa especie de
cosa abierta hace que las personas puedan entrar por distintos caminos y
genera, creo, menos resistencia que si vos vas y decís algo directamente.
AI:
Como que más respetuoso es el camino, también, con algo artístico, me parece.
L:
Sí, puede ser. Y también pienso que, si se quiere, es como una trampa que le
tendés a la otra persona, ¿no?, porque capaz que si yo le digo a alguien: “te
quiero contar la historia de Kathy”, “te quiero hablar de las mujeres víctimas
de femicidio, víctimas de trata”, hay, muchas veces, como un rechazo, “no, no,
ni quiero saber de eso”. Pero al encontrarte a veces, muchas veces sin
buscarlo, porque a veces te encontrás inesperadamente con cosas en la calle, te
genera un impacto. Y te hace reaccionar a eso, aunque no lo busques.
E:
Porque es una vivencia solitaria, también. No tenés un otrx al lado tuyo que
está controlando tu mirada.
AI:
Inclusive, a nosotras nos pasa. Cada armado de muestra es distinto, conmueve
distinto, moviliza de forma diferente. Acá es todo una invitación a la
reflexión continua, me parece que lo artístico permite eso, para quien tenga
ganas de sumarse, está otro que va a ver la tela y va a ir para otro lado sin
ningún tipo de interés. Mientras, el “buzón antimacho”[6]
generó un montón de cuestiones convocantes, movilizantes. Del Concejo
Deliberante lo sacaron y les pareció incómodo.
L:
Yo pensaba en esto, cuando ustedes preguntaron por las reacciones de la gente,
esa, me parece, fue una reacción un poco extrema.
E:
También, blanqueemos estrategias: uno puede hacer algún “artivismo” que
conmueve, que es menos directo en la confrontación, en el buzón antimacho había
una confrontación directa, había una interpelación directa.
L:
Sí, por supuesto, pero la reacción fue extrema, ¿no?
AI:
Sí, “¿cómo me voy a sentir yo que soy macho?”, dijo el presidente del Concejo
Deliberante. Nos convocaron a una reunión, con una nota.
A: ¿Las convocaron a hablar en el
Concejo Deliberante?
AI:
No, en una sesión no, nos citaron a una reunión con una nota escrita.
E:
No por el buzón antimacho en sí mismo, sino por haber montado la muestra en el
espacio público sin permiso.
A: ¿Justicia
por Kathy u otra?
L:
Sí, Justicia por Kathy, fue en marzo
de 2021.
M: O sea que hace bastante poco…,
quiero decir, de esta reacción tan extrema.
AI:
Sí, ya hacía un montón de años que nosotras veníamos haciendo cosas.
L:
Cuando vieron que salió el flyer de que íbamos a poner la muestra nos llamaron
por teléfono, me llamaron a mí, te llamaron a vos (Ana Inés).
AI:
De distintos bloques.
L:
A mí me llamó el bloque del PJ, en ese momento era el Frente por la Victoria,
creo, y a vos (Ana Inés) el presidente del Concejo, para decirnos que teníamos
que mandar una nota pidiendo permiso, que les encantaba la actividad y que nos
iban a dar permiso pero que hiciéramos la nota.
AI:
Ya nos había pasado algo parecido, en el vivero, cuando venían DesBandadas[7]
que, también, me llamó un concejal para decir que pidamos permiso, y le dijimos
que no lo íbamos a hacer, nunca. Bueno, entonces, volvimos a decir lo mismo
ahora, que no íbamos a pedir permiso y lo único que hicimos fue una nota
avisando que íbamos a estar. ¡Peor!, no les gustó. Algunos (concejalxs) fueron
ese día a la plaza y, ahí nomás recibimos una nota invitándonos a ir al Concejo
Deliberante. Son doce concejalxs en Dorrego, en la reunión había once, sentados
en ronda, y nosotras. Eli en ese momento no fue porque es empleada municipal
entonces decidimos que no participara. Fuimos y fue espantoso, desagradable,
incómodo, todo lo que está mal.
A: Aparte, ustedes no empezaban a
trabajar en ese momento, ya hacía quince años que estaban trabajando.
AI:
Más de quince años.
L:
Además, habíamos puesto la obra en la plaza, había ido la gente, había estado
hermoso, no había pasado nada, habíamos desarmado todo, ¿viste?, decíamos:
“pero ¿qué estamos explicando acá?”.
E:
Eso sí es típico de los pueblos, el desconocimiento de estos fenómenos, del
fenómeno militante, obviamente, ¡nadie, para hacer una actividad de reclamo, va
a pedir permiso! Milita y después se atendrá a las consecuencias, listo. Y,
también, un desconocimiento del arte callejero. Hay algo del rasgo autoritario,
pero mucho de ¿rusticidad?, un “pueblerino” desconocimiento de cómo funcionan
estas cosas. Esto sí es típico de un
pueblo porque, si no, alguien, aunque no le guste, con más cintura política no
te llama por teléfono para cuestionarte, ¡porque lo que está mal es que te
llamen por teléfono!
AI:
Claro, nos pasó también cuando habíamos pintado pañuelos blancos para un 24 de
marzo, nos dijeron que teníamos que pedir permiso. Además, nuestras
intervenciones son cuidadosas, nada es permanente. Creo que fue un quiebre. Eli
es la que rompe ahí, con las ideas y la concreción de muchas cuestiones
interviniendo los espacios públicos. Recuerdo cuando hiciste el mural en el
tótem. Hay un tótem, delante de Cultura, que es para poner publicidad del
municipio, y, ante la desaparición de Tehuel[8], era
el día del orgullo o una fecha así, y Eli hace un collage, pero pegado arriba, de papel, todo lo que hacemos es de
papel y cinta, nunca un aerosol. Hay una anécdota, hago una pausa, de hace
mucho, hicimos unos cartelitos con los nombres de nuestras mujeres muertas y
los íbamos pegando en la bicisenda, entonces, una de las chicas que nos
acompañaba, se cebó y pintó con aerosol el Cristo, entonces Perla, los días
posteriores, se tomó el tiempo de ir y taparlo de blanco, todos esos cuidados
hemos tenido. Y cuando pasa lo de tótem, no alcanzó a estar ni un día que
enseguida el director de Desarrollo Social la llama a Perla y le dice que
habría que sacarlo.
L:
Dijo que no era que les molestaba.
AI:
Pero, una vez más, no pedimos permiso.
L:
Dijo: “esto está dispuesto para poner publicidad de la municipalidad”, “vamos a
habilitar un paredón donde poner estos reclamos”.
AI:
Bueno, y así empezamos a hacer como un uso del espacio público como estrategia,
pero también para revalidar el derecho a usarlo, de ocuparlo. Después fue lo
del monumento, y el banco rojo.
E:
Bueno, pero de eso aprendieron, porque lo que está bueno como estrategia del
“artivismo” dentro de la militancia es que algo que podría haber pasado
totalmente desapercibido, a raíz de que se arma el debate, que llaman por
teléfono, que lo hacen sacar, se genera toda una promoción y una multiplicidad
que nos juega a favor a la intervención.
AI:
Fue el posteo más compartido de Y que los
platos….
L:
El poster ese de Tehuel, ¿cuánta gente lo iba a ver?, pero como en las redes
estaban las fotos e hicimos todo el relato de lo que había pasado hubo mucha
repercusión.
AI:
Entonces ahora no lo sacan.
E:
Creo que ahora aprendieron, como que nos matan con la indiferencia y dejan que
lxs demás vecinxs tomen la palabra.
AI:
Y ahora, lo que está pasando es que vecinos o vecinas son los que dicen que el
monumento les molesta. O un simple cartel, ya nos pasó varias veces. Nosotras,
después, igual lo sacamos, lo dejamos limpio, pero, bueno, molesta, igual, esa
es la intención.
A: ¿Cuál monumento es?, ¿de cuál
estamos hablando?
AI:
El de la plaza central, el monumento a Manuel Dorrego que es el de la plaza del
centro, en frente está la iglesia, la escuela, la municipalidad.
E:
Volvemos a la situación típica de pueblo, la plaza central es “El” lugar.
AI:
En general, es el espacio que nos gusta intervenir. La última vez fue para el
24 de marzo, la anterior, el 8 de marzo, vestimos el monumento de verde, otro
año fue de violeta y le pusimos carteles con reclamos, en general, de temáticas
locales, reclamos que siguen persistiendo a lo largo de los años. Un año, al
banco rojo lo vestimos de verde, fue en pleno debate de la ley. Eso lo odiaron,
fue terrible, no les gustó.
L:
El banco rojo es un banco que está en varios distritos.
AI:
Sí, que viene impulsado por una movida política.
A: Es algo que se originó en Italia, en
realidad, el banco rojo, el primero.
AI:
Y lo toma una diputada y lo va trasladando a distintas partes.
E:
Nosotras no tenemos nada en contra del banco rojo en sí, sino, cuando es
implementado por el estado municipal que tiene otros deberes y otras deudas más
que algo simbólico.
A: ¿Y acá lo hizo el municipio?
E:
Sí, en distintos lugares fue de distintas maneras, ¿no? Por eso digo, no es en
contra de la movida del banco rojo sino a la implementación llevada a cabo por
el estado municipal, cuando se da solamente por una cuestión de corrección
política.
L:
Cuando ni siquiera usa el lenguaje inclusivo. Cuando no nombra ni visibiliza a
nuestras muertas en otras acciones. Yo quería decir algo en relación a lo que
genera a veces el artivismo, las muestras. Por ejemplo, en la muestra de Kathy
fue muy conmovedor que gente, empezando por la misma mamá de Kathy, gente que
no sabía hacer nada textil, que no se puede pensar como artista, que tiene ese
concepto de “¿qué voy a hacer yo?”, se sintió convocada a participar, y eso me
parece súper interesante. Y, por ahí, gente que, tal vez, si hacíamos una
marcha por Kathy, no sé si íbamos a tener setenta personas marchando en la
plaza, pero, en cambio, sí hubo, de acá, de Dorrego, unas cincuenta obras. Hubo
mucha gente que quiso sumarse, ¿no?, que dijo, “bueno, hago algo, es algo que
puedo hacer yo”.
M: La siguiente pregunta apunta,
justamente, a todo lo que vienen contando ustedes, a las acciones que fueron
llevando a cabo desde 2005, año en que surge Y que los platos... Llevaron a cabo talleres, el programa de radio
y demás actividades que tuvieron distinto nivel de recepción pero que fueron,
de alguna manera, apoyadas, acompañadas por la comunidad, cuestión que abona el
mito de la bonhomía del pueblo al que hacen alusión en La bolsa Úrsula [Hernández y Beker, 2022]. Pero ustedes marcan, en
ese capítulo, un cambio importante cuando se posicionan a favor de la Ley de
Interrupción Voluntaria del Embarazo, en el marco del debate nacional. Y ahí,
la pregunta: ¿cómo es militar el feminismo en los pueblos?, ¿qué llegada
tuvieron, si tuvieron, y si les interesó o les interesa tener esa llegada a
mujeres del pueblo, de Dorrego?
AI:
Primero, con el programa de radio, fue como una construcción amigable para la
gente porque las mujeres empezaron a sentir: “ah, pero alguien está diciendo lo
que me pasa, ¿no?, o lo que le pasa a mi vecina”.
L:
Me acuerdo de mucha gente, muchas mujeres que me decían: “ay, me gusta que lo
hagan”.
AI:
Hay un documental, también.
A: ¿Hicieron ustedes un documental?
L:
Fueron unas entrevistas con cuatro mujeres, de acá, de Dorrego, sobre cómo
había sido la vida de ellas.
AI:
Claro, se le daba voz a la mujer que pudo estudiar, a la mujer que crió hijos
en el campo, etc., entonces siempre había una mirada amigable. “Bueno, se están
animando a decir lo que no decimos”.
L:
Y, con respecto a las cosas que habían pasado, graves, los femicidios, ahí la
gente se sumaba, obvio.
AI:
Después, cuando pasa todo el debate de la ley, claramente, ahí ya hay un
quiebre y un decir: “y, yo ya no voy a nada que hagan ustedes”, ¿no?, “en
algunas cosas comparto, pero no todas”. Yo creo que lo mismo pasó con muchas
cuestiones vinculadas al feminismo, a las problemáticas de género, que había
gente acompañando y “este es el límite”, ¿no? Hubo como algunas mini batallas
inclusive, pero más que nada en redes, en lo personal creo que ninguna vivió
ninguna situación incómoda pero sí hay un quiebre ahí, hay un quiebre de un
alto porcentaje de personas que no fueron nunca a nada nuestro, muchas nos dijeron
por qué no: “no, yo siempre acompañé pero ahora que se pusieron pañuelo verde
ya está, hasta ahí llegué”, porque, en general, tenés confianza, tenés un
trato, hay un vínculo desde algún lugar. Y ahí fue como el límite para
muchísimas personas. Después, en lo que respecta a lo que significa militar el
feminismo en un pueblo, está la mirada puesta en una en muchas cosas, ¿no? Como
mamá, como docente, como vecina. También, nos ven como un recurso, porque
muchas de esas mujeres que no acompañaron, en algún momento nos tuvieron que
llamar: “Ana, me pasa esto con mi hija”, “Ana, perdoname, pero no se me ocurre
a quién recurrir”. Para mí, que me toca estar todo el tiempo en contacto con
mucha gente, es de lo más común que alguien se acerque a decirme: “necesito
ayuda”, ya sea con una situación de violencia, con una interrupción o lo que
sea. Pasás a ser una referente. Eso, en algún momento, lo sentimos como una
carga, ¿no?, porque ahora hay leyes que acompañan, hay ministerios de las
mujeres, etc., pero en un momento no había nada, entonces, ante situaciones a
veces muy extremas nos llamaban a nosotras, y si no teníamos una respuesta
había gente que se enojaba. Entonces había que explicarles que éramos una grupa
que hacíamos acciones culturales, que no podíamos hacer mucho. Eso, a mí, me
generó bastante peso, el no poder dar respuesta, porque obviamente no podíamos
más que escuchar, o acompañar a hacer una denuncia, cuestiones como esas. La
gente nos puso en el lugar de referentes a quienes reclamar y pedir ayuda
también.
M: Claro, eso pasa, justamente, en un
pueblo, porque en una ciudad grande, esa identificación es más difícil que se
dé.
AI:
Claro, en un pueblo se sabe dónde vivís, van a tu casa a decir “me pasa esto,
necesito ayuda”. Ahora hay otros recursos para acompañar el problema, pero, en
un momento no había nada y fue un montón, fue muy difícil tener que escuchar a
gente que le pasan cosas duras y no poder hacer nada, ¿no? Yo lo sentí bastante
como una carga, el hecho de no poder dar solución.
A: O, para dar solución, de repente
dejar obligaciones que tenés para comprometerte a ayudar a esa persona.
AI:
Sí, además, ese compromiso significa seguir exponiéndote porque es ir, hablar
con alguien, toda esa secuencia que ya conocemos. Y, sí, nos ha pasado alguna
vez que alguien dijo: “pero ¿para qué están ustedes si no pueden ayudar en
esto?”. Son las menos, pero, bueno, pasa.
L:
Sí, coincido más o menos en eso. También, al principio causó sorpresa cuando
empezamos con el programa y con algunas actividades y generaba esto: “ah,
ustedes están en la radio”, y la identificación con ese grupo.
AI:
Me acuerdo cuando vinieron Eva y Carolina, dos mujeres trans.
L:
Eva Rossi[9].
AI:
Vinieron a dar una charla, eso fue hace un montón, y lo hicimos en una escuela.
No había redes sociales, pero ya la radio tenía como una especie de portal. Fue
muy movilizante. Yo creo que ya, después, no se hubiera podido hacer.
L:
Yo creo que, si ahora pidiéramos una escuela para dar esa charla, nos dirían
que no.
AI:
Claro, algunas cosas fueron bastante atrevidas. Ese día se llenó, fue un montón
de gente, pero, bueno, fue antes de lo de la ley de IVE[10].
M: Todavía tenían un mayor grado de
aceptación.
L:
Yo quería decir que en un pueblo es fácil llamar la atención. Nunca nadie había
salido, prácticamente, a pegar un afiche, a hacer un programa, a hacer una
manifestación.
AI:
O una marcha.
E:
Salvo las oficialistas, las del campo o de ese tipo.
L:
No, pero eso fue después.
AI:
La del campo fue después, era 2008.
L:
En ese sentido, era como novedoso en el pueblo que saliéramos a hacer algunas
actividades.
A: ¿Y eso fue algo bueno o algo malo?,
que fuera novedoso, ¿les servía a ustedes o les jugaba en contra?
L:
Yo creo que nos servía, porque llamaba la atención, es decir, esto lo decimos
siempre, es fácil, en Dorrego, llamar la atención con algo. Por ejemplo, ahora,
con este gobierno, se armó una asamblea que nació, también, de nosotras, ¿no?,
es decir, fuimos las que dijimos: “vamos a juntarnos a ver qué pasa “
E:
Pero ya estaba claro que, en Dorrego pegar papelitos con cinta de embalaje es
como si tiraras una bomba molotov.
L:
Claro, por eso.
E:
Te hace re bien a la autoestima porque por poquito ¡te sentís Rosa Luxemburgo!
L:
Y, con las actividades que hemos hecho, también, muchas veces siento eso, que
tiene mucha visibilidad porque nunca pasa nada. Acá, la gente es temerosa.
Ahora, creo que estos últimos años, hay un poco más de otras acciones.
E:
Pero lo novedoso fue la formación de otros grupos de acción por la ley (IVE),
porque, a la par que estábamos nosotras, se reorganizó en rechazo la
catolicidad. Lo más fuerte, lo más visible y lo más notorio que cambió, como
pueblo, es la comunidad católica militante, en la medida que se puede movilizar
en Dorrego, claro.
AI:
Se juntaron firmas.
A: Y es una militancia anti IVE, ¿esa
es la militancia?
E:
Sí, acá, el movimiento católico, venía muy tranqui, había perdido espacio en
estas cosas de resguardo y defensa de los valores puertas afuera de la iglesia.
AI:
Los evangelistas también se organizaron.
E:
En ese momento, para Dorrego, fue notorio.
AI:
Y ser feminista en un pueblo es como una revolución, también, ¿no?, yo lo
siento un poco así. Me doy cuenta en las amigas de mis hijas, cómo me ven, los
comentarios que hacen, el chiste que me tiran.
L:
El mejor cuento de todos es el mío, algo que en el momento en que pasó me
pareció un chiste y, cuando me separo, salta, me lo dice mi ex. Cuando hacíamos
el programa, el intendente de Dorrego era un tipo grande, una especie de
caudillo de pueblo, vamos con Alejandro, mi ex, a una presentación de una
muestra artística en Cultura, y entra el intendente, me saluda, me da un beso:
“qué tal, cómo le va”, le da la mano a Alejandro y le dice: “y usted es el que
lava los platos”, ¡nos reímos tanto con eso!, y, muchos años después, en el
2018, año en que me separo, mi ex me dice: “porque yo tuve que aguantar que el
intendente diga ‘usted es el que lava los platos’”.
AI:
Sí, es como una cuestión de mini revoluciones militar el feminismo en un
pueblo. Y el tema de la exposición es fuerte, por lo menos para mí, que la
siento, que me importa lo que los demás y las demás piensan de mí. A veces
decís: “¿a quién le va a importar?”, y, sí, importa, están hablando de vos,
están mirando, eso también incomoda, pero, por otra parte, también es un lema,
incomodar.
A: Esta exposición es mucho mayor en
una comunidad chica que en una localidad grande.
AI:
Sí, inclusive cuando pasa algo, ¿no?, ahí se evidencia más, ya sea la época de
la ley o cuando hubo o hay que salir a hacer algún reclamo. Porque hay reclamos
que para todo el mundo son justos, ¿no?, pedir por justicia ante un femicidio,
por ejemplo, por las mujeres asesinadas de acá, todo el mundo se sumaba, pero
cuando se dividen las aguas la exposición se hace más notoria, el dedito que
señala, el comentario en la escuela a las hijas o cuestiones como esas,
aparecen.
M: Y ustedes, cuando iniciaron, en
2005, eran seis, ¿ahora cuántas son?
L:
Cuatro.
AI:
De esas seis quedamos tres y luego se suma Luz.
M: La pregunta que pensamos es: ¿tenían
ustedes la idea o el objetivo de ampliarse y eso no pasó por alguna razón?
¿Estaban abiertas a recibir nuevas integrantes? Si eso no pasó o no pasa, ¿es
una preocupación para ustedes?
AI:
Nos lo hemos planteado. Como arrancó siendo un programa de radio, ya estábamos
armadas. Después, invitamos, convocamos, es más, Luz se suma de esa manera.
Estuvo Jorgelina que ahora vive en Tilcara y activamente participó de Y que los platos…, primero, como
operadora de radio, después, nos acompañaba en los programas, en lo que
hiciéramos, pero la realidad es que no se ha sumado mucha gente.
L:
Nosotras hemos hecho invitaciones, no es que hemos estado cerradas,
eventualmente se han sumado, pero después no hubo continuidad.
AI:
Inclusive, para este 8 de marzo, hicimos una asamblea previa: “bueno, vamos a
juntarnos”, para no ser nosotras siempre quienes decimos lo que hay que hacer,
“vengan todas y pensamos juntas” pero no tuvimos éxito.
L:
Bueno, alguna más se sumó, pero pocas.
AI:
sí, sabemos quiénes están vinculadas a Y
que los platos…, más indirectamente, y quiénes van a acompañar, pero
entendemos, también, que es el momento de cada una. Hace un montón de tiempo
hicimos un grupo de whatsapp que se llamó “Dorrego feminista” pero ni eso se
puede sostener, ¿no? Cuando fue lo de la ley hubo una avalancha, una marea que
fue real y que nos hizo sentir como una movida de acompañamiento, del
“pendejerío” sobre todo, pero después se durmió, por lo menos acá, así que
seguimos nosotras. “La brigada menopáusica” le digo yo.
M: ¿Y tienen vínculo con otras
organizaciones?
AI:
Sí, con Monte Hermoso, con Sierra de la Ventana, con Bahía Blanca también.
L:
Sí, compartimos invitaciones.
AI:
Sí, también formamos parte de un grupo de whatsapp por medio del cual nos
llegan propuestas, viajamos o generamos encuentros acá. Nuestra primera
experiencia fue con la agrupación feminista bahiense “Autoconvocatoria
mujeres”, fue en 2005, nosotras empezamos Y
que los platos… y ellas vienen a dar una charla. Estaba Vivi Becker, Mónica
Fernández Abello, Graciela Hernández…
L:
Sí, y Mónica del Río, también, estaba en Suteba.
AI:
Esa fue una de las primeras actividades culturales. En ese entonces teníamos el
programa de radio y, por otra parte, una grupa cultural que se llamaba “La
cigarra”. Esa fue la primera actividad de “La cigarra”.
L:
¿De qué era?, ¿sobre género?
AI:
Sí, pero recuerdo que ahí fue la primera vez que juntamos firmas para la
aprobación de la ley.
L:
Las chicas de Bahía vinieron y trajeron la planilla, estamos hablando del año
2005, recién empezaba toda la movida. Había bastante gente ese día, treinta
personas más o menos, que firmaron a favor de la despenalización.
A: Otra pregunta que hemos pensado
tiene que ver con el lugar en el que ustedes se ubican dentro del amplio
espectro de los feminismos, y tal vez, antes, pensar cómo entienden el
movimiento feminista, o sea, cómo lo ven, cómo observan al feminismo.
E:
Creo que es la pregunta más difícil y, también, la que implicaría un análisis y
un ejercicio de definición que creo nunca nos planteamos ¿no?, porque
creo que, más allá de la formación que cada una haya tenido, o haya aportado
y/o ganado, somos como feministas “amateurs”, inorgánicas diría y definirse, para mí, dentro de una sola
corriente del feminismo, creo que
implica una digresión intelectual muy amplia y un ejercicio que es complicado.
Desde las coordenadas que marcan nuestra existencia en tiempo y espacio
deberíamos decir: somos unas feministas “burguesas” mal que nos pese, aun
cuando lo cuestionemos, ¿no? Entonces, no podemos decir que representemos a los
feminismos negros y marrones aunque los apreciemos como perspectiva y
herramienta intelectual, o que lo abracemos como militancia, tenemos que asumir
nuestra constitución de mujeres que están dentro del espectro de la clase media
aunque sea como imaginario de aspiración para, desde ahí, pararnos para
hacernos cargo de lo sesgado de nuestras realidades. Entonces, me siento más
cómoda diciendo que somos de un feminismo amateur, orgánico. Yo valoro el
feminismo como movimiento global en todo su espectro y diversidad, como
movimiento centenario, de más de 200 años, que lo mejor que ha tenido, desde
sus inicios en el siglo XIX, ya empieza esa primera fragmentación entre las
burguesas liberales que querían un acceso al voto y las anarquistas o de las
clases trabajadoras que decían: “bueno, ustedes son unas blanquitas caretas”,
¿no? Bueno, entonces, si ya desde ahí arrancamos con esa diversificación, a mí
me parece que lo más rico que tiene el feminismo es esta mirada abierta que va
sumando todas esas particularidades, en cuanto a las mujeres, diversidades, y
todos los cruces realidades económicas
y toda experiencia condicionante de distintas formas de opresión. Entonces valoro y abrazo eso. Por lo que sé
de las chicas, por alguna discusión que hemos tenido, de los que estamos más
lejos son de lo feminismos esencialistas o de los feminismos de la diferencia
que toman a la mujer como una esencia pura y superior. Pero después, leemos y
nos nutrimos de todas las corrientes y de todo lo que nos puede aportar para
ampliar nuestra mirada crítica.
AI:
Sí, inclusive hemos tenido debates entre nosotras sobre algunas cuestiones
como, por ejemplo, temas controvertidos como la prostitución. Me acuerdo del
primer Encuentro de Mujeres al que fui, digo: “voy a ir a este taller, porque
¡cuánto me falta para meter bocado sobre esto!”, ¿no? O habíamos hecho algunas
notas a diferentes mujeres de distintos palos, y yo escuchaba a una y decía:
“sí, tiene razón”, y a otra: “sí, tiene razón”, y sigo sintiendo lo mismo.
Estoy de acuerdo con lo que dice Eli, es así, ¿no?, porque creo que nuestro
lema se vincula con los derechos humanos, con dar voz a quienes menos voz
tienen.
E:
quiero aclarar que cuando digo “burgués” no lo digo en el sentido de “qué lindo
el modelo burgués”, lo digo como conformación de un condicionante, una
estructura, como un lugar desde donde partimos.
AI:
No, claro, saber que estamos posicionadas en un lugar de privilegio,
contextualizar eso es determinante. Esto te invita siempre a revisarte, aunque
muchas personas creen distinto. Continuamente estamos cuestionándonos, primero
desde nuestras prácticas diarias desde lo doméstico, desde la maternidad, desde
los vínculos, y después desde lo que nos interesa: “¿qué hago yo escuchando esta
canción?”, “¿qué hago yo mirando esto?”. Entonces, es una invitación a
revisarnos siempre.
L:
Cuando empezamos, pensábamos el feminismo como cuestión solo de mujeres y eso
se fue borrando, vemos que es algo muy dinámico, ¿no? porque ahora pensamos que
el feminismo engloba todas las diversidades, eso tuvimos que ir pensándolo. Nos
pasó en el último Encuentro de Mujeres en 2019, cuando viajamos a La Plata, que
fuimos a un taller de no binarixs.
AI:
Vimos el taller y dijimos: “ay, vamos acá”, pero nos sentimos totalmente
discriminadas. ¿Qué hacíamos la brigada menopáusica sentadas ahí?, mujeres cis
en un grupo de no binarixs, ¿no? Nosotras íbamos en sí a pensar el concepto, a
entender, a cuestionarnos, todo eso, y fue como, “no, ¿qué hacen ustedes acá?”.
E:
Pero también pasa por el respeto, hay que darle la voz a las personas que viven
en esas circunstancias.
AI:
Sí, sí.
E:
Una se acerca y abraza, pero lxs que tienen que hablar son ellxs.
AI:
Pero nadie de nosotras les quitaba voz.
L:
Por eso, a lo que me refiero es que te implica estar siempre revisando estas
cuestiones. Yo no me ubicaría en un feminismo estricto que dice: “no, el
feminismo es esto”.
AI:
Sí, no lo podés definir.
M: Y esas divisiones existen, lo
pudimos ver en el último encuentro, el del año 2023.
L:
Claro, y es contradictorio, ¿no?, porque cuando comienzan los estudios de
género a plantear la desvinculación del género con lo biológico, hay feminismos
que quedan atrapados en la genitalidad, en el sexo, que, además, es también un
concepto que se diluye cada vez más, entonces, bueno, todas estas cuestiones
nos obligan, como todas las cosas, a revisarnos.
E:
Y, además, todas pensamos distinto. Yo, como contradicción, respecto a los
nuevos feminismos, yo abrazo mi pensamiento desde el ser mujer, no por
esencialismo o por biología. Como
identidad política, me pienso en una generación de mujeres, en una línea en la
profundidad histórica y en la horizontalidad, de mujeres. Yo no me saltearía el
borrado de las mujeres, creo que, como estadío ineludible, es la
visibilización, y después seguir. Como en las diversidades también primero es
necesaria la visibilización, que exista. Y creo que nosotras nos sumamos a un
feminismo ligado ya la teoría de género como paradigma, es decir, ya con la
perspectiva de género, porque eso es lo que rompe el binarismo y la
heteronormatividad, entonces, desde ese lugar, es un feminismo que también
incluye las diversidades.
L:
Sí, nosotras, creo que nos definimos como mujeres.
E:
Creo que podría no hacerlo, pero en mi caso es un posicionamiento.
L:
Sí, yo también.
E:
Yo hablo de mi experiencia marcada por eso, y que es absolutamente legítimo la
que puede trascender eso, yo no, todavía no, y me siento cómoda pensándolo
desde ese lugar.
M: Bueno, esto se une directamente con la
siguiente pregunta, que es una pregunta que ustedes mencionan en el capítulo de
La bolsa de Úrsula, que dice,
textual: “¿qué significó/significa para cada una de nosotras ser nombrada
mujer?”, que fue como una pregunta guía, y, ahora, nuestra pregunta es si la
respuesta inicial, si es que hubo una respuesta inicial, probablemente no haya
sido ni cerrada ni acabada, se fue modificando desde ese 2005 inicial a este
2024, y si sigue siendo, hoy por hoy, una pregunta todavía relevante para
ustedes o no.
E:
En mi caso, no la puedo objetivar, no la puedo resignificar porque no está más
allá de mi identidad. O sea, forma parte de cómo construyo mi identidad y el
relato sobre mí misma, entonces, no puedo sacarlo y decir: “bueno…, ¿cómo ha
evolucionado?”. O sea, ya digo, me pienso desde ese lugar aún sin
racionalizarlo, y lo valorizo desde ese lugar. No sé si puedo aportar más desde
ese lugar…, que no quiere decir de abrazar un determinado tipo de feminidad ni
nada, sino que es así, todavía, ya te digo, el día que lo pueda objetivar y
decir: “es algo que lo puedo transformar” y demás, o sobre lo que pueda hablar,
va a ser otro paso, ahora me pienso como mujer y, en relación a una estirpe de
mujeres en lo profundo de la historia y, ya te digo, en la horizontalidad del
presente.
AI:
Yo, que vivo en una dinámica continua, en mi cabeza, mis emociones, todo…, sí,
no por la identificación, porque me siento mujer, me fascina lo vinculado a la
mujer, a la historia de la mujer, no sé…, en mi árbol genealógico, a mí me
importan las minas, no me interesa el abuelo que llegó en un barco, no me mueve
un pelo, realmente me moviliza todo lo vinculado a las mujeres, desde cualquier
lugar, sus historias. Trabajo con mujeres, me conmueven las madres, es lo que
me llena el día a día, pero creo que también el nombrarme mujer es como una
bandera. Una bandera que, por un lado, protege, pero que también milita, o que
sostiene. Soy mujer y me posiciono en esto y lo defiendo. Eso creo que fue lo
que fue pasando, antes, “sí, soy mujer, y soy madre, y…, no sé…”, pero, ahora,
no, es bandera, desde el lugar que sea.
L:
Yo, un poco iba a decir eso mismo que, si pienso qué es lo que cambió, cambió
el pensarlo. Es decir, yo, siempre me consideré mujer, punto, y ahora también
me sigo nombrando como mujer, pero pasó de ser algo natural, recibido, dado,
punto, “soy esto”, a pensarme en esa condición de mujer, y cómo eso me ha
determinado a mí, ha determinado mi vida, mis relaciones, lo que he hecho, y
cómo me sigue determinando. Y también lo que implica eso en distintos momentos
históricos, porque si pensamos en la situación actual, ¿no?, bueno, tenemos que
seguir pensando porque también eso sigue moviéndose, ¿no?, y cambiando. Creo
que lo que cambia es cómo te miras, cómo te pensás.
AI:
Sí, es lo que decías al inicio, es ponerte los lentes violeta y todo lo ves con
esa mirada.
E:
Es Simone de Beauvoir, es decir, una se asume como identidad, pero sabiendo que
llegamos a ser esto. No es decir nací mujer, sino que soy consciente del
proceso en que devengo en ella
AI:
Me siento mujer con esta idea del concepto, no del aspecto biologicista que te
imprime el hecho de tener vagina. Este reconocimiento me hace mirar todo desde
ese lugar, ¿no? LA MUJER que se queda sin trabajo, LA MUJER que cría, LA MUJER
abuela, LA MUJER que cuida, eso siento yo, que ser mujer, sentirme mujer, lleva
mi mirada hacia ese lugar.
A: La otra pregunta tiene que ver con
el presente. Hace veinte años, más o menos, que ustedes vienen trabajando:
¿cómo interpretan el presente?, un presente en el que se está dando como un
avivamiento de las derechas antifeministas, a nivel mundial, y en Argentina, en
particular, ¿Cómo interpretan este presente a la luz de esos veinte años de
trabajo que llevan?
AI:
Yo siento desamparo. El otro día hablaba en mi casa, mi hija está estudiando en
la Universidad, y se va a una marcha, está en La Plata, y le digo: “¡ay, ya lo
pasamos a esto!”, y dice: “bueno, tendremos que volver a salir”. O, cuando en
un momento salieron algunas cuestiones sobre la ley de interrupción (IVE),
digo: “pero ya salí yo a la calle, ya salieron muchas, ya salimos a la calle”.
Y pensaba en todas esas mujeres que tienen muchos más años que yo y que han
militado muchísimo más. También en cuestiones vinculadas a la dictadura o a
este último 24 de marzo, la marcha con gente grande, todas las cosas que han
pasado y tener que volver a salir. Yo siento como desamparo, desesperanza, no
tengo ganas de que las nuevas generaciones vuelvan a pasar eso, porque si ya
hicimos este camino, ya está, para algo lo laburamos, ¿no?, es como bastante
cíclico así que, como decía, tengo una sensación de tristeza y de desamparo. Y
enojo, bronca, odio y todo, emociones, todas.
L:
Sí, por supuesto, da mucha bronca y todo lo demás, pero quisiera remarcar
también ese juego que es como el juego de la historia, ¿no?, porque siempre es
una cuestión de poderes, y a mí me parece que lo que nos está demostrando la
realidad actual, yo voy a poner la nota positiva, lo que nos demuestra esto que
está pasando, es la fuerza que tuvo el movimiento feminista, porque no ha sido
solo un juego alcanzar determinadas igualdades, leyes, realmente ha habido una
potencia en el movimiento de mujeres, llamemos mujeres pero podemos incluir
también a las diversidades, actuando y generando cosas en la sociedad. Hay un
peligro para quienes quieren conservar el poder, ¿no? Entonces, tenemos que
pensar en eso. Por algo quitan el Ministerio de las mujeres, por algo, también,
llevan adelante un acto tan simbólico como lo del salón de las mujeres[11],
lo vuelvo a decir y me agarra un nudo en la garganta. Tengo patente la imagen
bajando y la acción de pegar una lámina sobre otra, ¡es tan fuerte! Todo esto
muestra, me parece, que tenemos una potencia y que hay que seguir
defendiéndola, porque hay que tener claro que nunca se alcanza algo y se
alcanza para siempre, entonces, ¿no?, es triste y es tremendo, pero, bueno, lo
esperable sería que la sociedad pueda reaccionar a eso, que no gane el odio.
E:
Creo que nos tocó algo que va un poco más allá del avance de las derechas
mundiales. Como para diferenciar, aún en el mundo hay derechas liberales en las
que la agenda de género sigue siendo algo asociado a la modernidad. Con lo que
está pasando en nuestro país vemos que estamos en otra cosa, es una
ultraderecha, nacionalista, católica, es peor que en otros lugares, porque en
lo que respecta a la agenda de género, el gobierno actual se identifica más con
países que él (Milei) considera atrasados, que con países que él admira. Es
decir que nos tocó lo peor. Pero sí quiero poner el acento en una cuestión más
vinculada, quizá, con el hecho de hacerse cargo, no tanto con el optimismo.
Creo que tendríamos que haber estado atentas al hecho de que no era el fin, que
esta cosa de docencia y trabajo diario tenía que seguir, porque determinados
derechos necesitan un tiempo de trabajo sociocultural para que la sociedad los
haga propios, ¿no? Esto que hablaba del voto femenino, ahora no se cuestiona,
nadie va a decir: “le sacamos el voto las mujeres”. Con lo que está pasando
vemos que todavía faltaba trabajar, es decir, tuvimos un poder político que fue
nuestro brazo político o el brazo político de nuestras demandas, pero quedaba
toda la sociedad por trabajar, es evidente. Es cierto que cansa, pero bueno,
faltaba mucho.
L:
Pero, por es digo, ¿no?, porque la sociedad, podemos pensar la sociedad
machista que no son solo los hombres, por supuesto, ahora está como en una
posición de revancha porque vio que no era un chiste.
AI:
Un hobby, un pasatiempo.
L:
Yo lo pienso, por ejemplo, en algo simple como la ley Micaela[12],
que fue obligación hacerla. Vos pensás: “¡cuánta gente participó!”. Por
ejemplo, acá, en Dorrego, todos los empleados municipales, sin embargo, decís:
“pero no les tocó nada”, ¿no? Yo me acuerdo en un viaje que hicimos a un Parque
Nacional, éramos cuatro mujeres. Cuando nos bajamos del auto, esto fue en el
2022, salió a atendernos el guardaparque, el hombre que estaba ahí, y nos vio y
dice: “ay, cuatro mujeres, menos mal que hice la ley Micaela”, nos recibió y ni
buenas tardes nos dijo. Entonces, como que todo eso que quedó un poco ahí,
haciendo ruido, y ahora está saliendo.
A: ¿Y en Coronel Dorrego notan esta
derechización, se perciben cosas concretas acá?
AI:
Sí, Dorrego es un pueblo netamente radical, desde 1915 en que se formó la
intendencia y tuvo las primeras elecciones, estuvo gobernado por el partido
radical salvo un lapso de una intendencia justicialista. Hablamos de una
sociedad radical, pero de radicalismo conservador, ¿no? Bueno, lo que se ve en
este tiempo no es una reacción sino una especie de mileización, la sociedad
parece tristemente estar muy cómoda en ese discurso. Y también a nivel
dirigencia política, lo defienden en los discursos, lo avalan.
A: Eso a nivel gubernamental, ¿y a
nivel pueblo, a nivel de la gente del pueblo también notan un cambio?
L:
Sí, también.
AI:
Más que el cambio es el permiso, es validar lo que siempre pensaron, ahora
tienen la puerta abierta para decirlo, se ve en los chistes, en el comentario
en el almacén o donde sea, ahora se abrió la puerta, siempre lo pensaron y
ahora está más permitido.
A: ¿Y qué piensan que hay que hacer en
este contexto?, o ¿qué prevén hacer?
E:
¿Sobrevivir?
L:
A mí me parece que hay que seguir militando dentro de lo que sea posible e
insistir, insistir y persistir.
AI:
Claro, un poco el lema nuestro es incomodar, ¿no? Yo, en diciembre, tuve una re
crisis, digo: “no cuenten conmigo para nada, no voy a hacer nada, no quiero
participar de nada”, bueno, no, me dura un segundo, obviamente, pero tengo días
con esa sensación. Me pasó, también, para el 24 de marzo, digo: “no quiero
hacer nada”. Acá ese día se hizo la fiesta provincial del olivo y cuando fuimos
a hacer un actito al monolito donde están los nombres de las personas
desaparecidas de Dorrego, era en pleno parque de diversiones de la fiesta del
olivo, adelante de la casa de terror, con los gritos, la guadaña, ahí, a 50
centímetros, eso fue un montón, y así es a diario, ¿no? Y también la sensación
de que se van naturalizando un montón de cosas. Mirás al resto y decís:
“¿nosotras solas sentimos esa aberración?”, “¿algo tan grave, tan doloroso, tan
perverso?”.
E:
A mí me cuesta hacer pie, yo no soy tan de armas tomar como ellas, necesito
mucho espacio de pensamiento, mucho más. Estoy en un proceso en que quiero entender,
y pienso y repienso y quiero entender lo que hay detrás de este apoyo,
¿no? específicamente a Milei. Trato de
entender lo que refleja la gente, el espejo en la sociedad, y me mata la cabeza
y me quemo la cabeza haciendo autocrítica y pensando estrategias que no se
piensen como invasivas, pero no como mecanismo de ceder, sino, como mecanismo
de ganar, y me cuesta mover de ese lugar. En un momento una parte de la
sociedad asumió al progresismo y al feminismo como una ideología de estado, una
ideología partidaria y eso de alguna forma nos perjudicó y a la vez otrxs
tantxs nos quieren usar de chivo expiatorio. Me inmoviliza no terminar de
comprenderlo. Por otra parte, también
valorizo la reflexión, tanto en mí como en otras personas. No soy de las que se
ofenden mucho cuando la gente no viene o la gente no acompaña, yo quiero que la
gente piense, me parece fundamental, y que reflexione porque, en última
instancia, es lo que se va a reflejar en el voto y es lo que cambia los
gobernantes. Entonces, por un lado, sí, las cosas por ahí se ganan en las
calles, me parece también un pensamiento que venimos arrastrando, ¿no?, las
canciones que aluden a esta especie de romanticismo de la militancia, que es
real, pero también confío mucho en la reflexión, y no puedo salir, estoy como
medio en un bache, fue un golpe totalmente anímico.
L:
¿Confiás en la reflexión de la gente? Me sorprendés.
E: Es que, ¿quién vota? Confío en que la
reflexión es lo que te ayuda a cambiar un voto. Yo no quiero construir, desde
nuestro pensamiento, un enemigo masivo y que no tiene solución.
L:
No sé si la gente vota con la reflexión, perdón Eliset.
E:
Es decir, nosotras en algún lado lo aprendimos, en algún lado lo formamos, si
no nos veríamos como que “somos un grupo iluminado”.
L:
Si apelamos a la reflexión tenemos que esperar 200 años.
E: No, bueno Laura, pero entonces, ¿qué?, ¿somos
un grupo de iluminados reflexivos?
L:
No, para nada, no pienso eso.
E:
Porque con la militancia en la calle también pensás que vas a conseguir un
efecto, si no, ¿por qué salís?, si no es una maniobra narcisista: “ay, yo estoy
acá porque soy buena, pienso lo bueno, entonces me salvo”, ¿me entendés?, no sé
si se entiende a lo que voy, me parece que, aunque sea utópico, tenés que
pensar que lx otrx va a cambiar.
L:
Sí, sí, desde ya, claro.
E:
Si no es un ejercicio de narcisismo, lo hago para sentirme bien yo.
A: Al principio hablabas del proceso
por el cual, en lo personal, llegaste a ciertas definiciones sobre el género, o
llegaste a tener una perspectiva feminista, y que, tal vez, ese proceso se
intentó generar muy aceleradamente.
E:
O si no, que hay que continuarlo, profundizarlo. A ver, si tomamos el género
como una herramienta ideológica que nos nuclea, si decimos: “el género es la
construcción histórica cultural de la diferencia sexual”, y la aprendimos, no
es algo dado, no podemos, entonces, decir: “ah, bueno, porque todos son
machistas” y se acabó de ahí no se mueven, entonces tenemos que cambiar de
discurso o paradigma. Son machistas,
¡obvio! lo aprendieron de la misma matriz que nosotras y nosotras lo
desaprendimos. Creo que hay un proceso
todavía largo por delante que hay que transformar, ¿cómo se logra?, no lo sé.
L:
Pero esa transformación, para que la gente reflexione, necesitás generar algo,
porque no sé si la gente sola, dentro de su casa, va a reflexionar. Por
ejemplo, este 8 de marzo, por segunda vez lo hicimos el 7 a la noche, le
llamamos la previa porque el 8 la actividad la organiza la municipalidad en la
plaza.
AI:
Hacen clase de zumba. Pero, bueno, yo creo que estamos en un momento pantanoso
donde hay días que yo siento que no quiero sacar la cabeza para nada y que me
pase por arriba todo y que me explote y que reviente, no me importa, y otros
días, como el 24 de marzo, que dije: “bueno, me voy a levantar y voy a ver qué
siento”, y me sumé al acto y después dije: “qué bueno que estuve acá”. No por
narcisismo, lejos de eso, sino porque siento que es un espacio de encuentro, de
discusión o que me puede enriquecer. Trato de ir respondiendo a mis intereses,
y creo que cualquier cuestión es válida. El otro día me decía una persona:
“pero no tenés que leer nada”, y yo digo ¿cómo no voy a leer?, pero hay gente
que está buscando ese recurso.
L:
Yo tampoco siento que sea un narcisismo, pero vamos y somos tres y pienso: “sí
lo hago por mí, porque quedarme en mi casa me angustia” y digo: “¿qué voy a
hacer, me voy a quedar a qué acá?, necesito hacer algo”. Y pienso: “bueno,
somos tres, alguien va a pasar y va a decir ¿qué están haciendo en la plaza,
por qué vinieron?”
AI:
Inclusive pasó.
L:
Sí, vino la policía, pero pensemos en el feminismo, el 8 de marzo éramos como
treinta personas, ¿no?
AI:
Sí, y estaba lloviendo.
L:
Llovió, nos tuvimos que cambiar de lugar, había alerta meteorológica. Sin
embargo, hubo toda una conversación que no se iba a dar si no estábamos ahí,
que nadie se iba a poner a pensar en su casa: “¿qué me pasó a mí?, ¿cómo me
marcó el haber nacido mujer?”. Era un grupo muy heterogéneo.
AI:
Y no hubiera pasado el 8 de marzo en la actividad de la municipalidad tampoco.
E:
Es que es genial y por eso se sostiene el grupo, yo estoy hablando de mis
fallas como militante.
L:
Tampoco son fallas.
E:
Es decir, soy una militante fallada desde ese lugar, hablo de esa diferencia,
si no fuera por personas como ellas no se hubiera sostenido el grupo, yo me
empantano en el pensamiento muchas veces. La pretensión ridícula de necesitar
un “marco teórico” para todo me inmoviliza y es ridículo porque mi claridad
mental, ilusoria además, no va a cambiar ninguna historia. Y este presente es
un golpe muy fuerte, un shock total, estoy ahí, shockeada
AI:
Piensa mucho. Y también creo que como grupo o como amigas nos respetamos ese
tiempo.
L:
Sí, sí.
AI:
Sí, si hay una que está en una etapa en que no quiere hacer nada, bueno, ya
está, no sé hace nada, no aparezcas, no importa.
AI:
Yo soy mucho más impulsiva, al segundo exploto, lo digo sin pensar, no
racionalizo ni lo que voy a decir antes, en algunas cosas es muy perjudicial y
en otras, capaz que ayuda a: “che, hagámoslo”, ni lo pensamos.
E:
Y ahí es donde estaría Luz que es la nueva generación.
AI:
Luz es bombita molotov, hay que andar frenándola, Luz quiere prender fuego
todo.
AI:
“Pero, ¿por qué no se puede?, ¿por qué no se puede?”, así es Luz. Somos como
las abuelas. Y también quiero remarcar que siempre está el respeto a quienes
somos, ¿no? De poder darnos la mano cuando lo necesitamos, en esto, en respetar
nuestros tiempos, nuestros procesos. Y, sin dudar, de alguna manera activamos.
En fechas simbólicas o donde haya una necesidad. Sí pasó que, cuando se armó el
área de género, que es algo que es re bueno, pero acá, obviamente, no fue por
concurso ni nada, nos tomaron los momentos, entonces tuvimos que
reversionarnos, no da para hacer, como en una ciudad grande, dos eventos el 8
de marzo, pero nosotras no vamos a hacer la clase de zumba, bajo ninguna
circunstancia, entonces, bueno, le damos una vuelta y hacemos la previa del 8,
entonces nos juntamos el 7 a la noche.
A: Ahí hicieron una “quema” del
patriarcado.
AI:
El año pasado (2023).
E:
Eso es Dorrego, ¿ves?, con poquito que hagas es un montón. Un grupo de mujeres, un fogón como
ceremonia, deseos echados al fuego, reflexiones y el titular de prensa es
“quemaron el patriarcado”.
L:
Walió en los medios.
A: Sí, salió en los medios, salió en La Nueva Provincia.
AI:
Pero bueno, este 7/8 fue muy conmovedor todo lo que pasó. Y pasaron, también,
cosas bizarras. Apareció un varón, justo daban una clase de defensa personal y
lo usaron de modelo, ¡eso fue terrible!
L:
Ahí había muchas mujeres que no van habitualmente.
E:
Creo que lo de la participación en la mesa (Mesa intersectorial de violencia
por razones de género)[13]
también es interesante para ver. Y que
los platos…, en un momento, participó en la mesa, después, por cuestiones
de la vida y demás, salimos, pero creo que nos sentimos mucho más cómodas
trabajando fuera del Estado que en vinculación.
A: ¿En la mesa de género?
AI:
Claro, por un lado, está el área de género, por otro lado, la mesa. Primero
íbamos a las reuniones de la mesa y nos dijeron que solo podía ir una persona,
inclusive fuimos como oyentes y nos sacaron. Perla, durante un tiempo, pudo ir,
sostener y cuestionar. Después decidimos no ir más, era un espacio que era
gastar tiempo, energía, en algo que no les importa, que lo hacen solamente
porque corresponde.
A: Y, a raíz, también, de pensar en
contexto, la última pregunta sería: ¿creen que es necesario y relevante usar
lenguaje inclusivo hoy?
M: En este contexto en que está siendo,
por el gobierno actual, explícitamente prohibido.
L:
Yo creo que hay que hacer el esfuerzo de usarlo, ¿no?, aun no teniéndolo tan
incorporado, de mi parte, esa es mi postura.
AI:
Sí, o por lo menos un lenguaje no binario, ¿no?
L:
Sí, no sexista.
AI:
Un lenguaje que, claramente, te posicione en un lugar que defienda lo que
pensamos. Sí, yo también creo lo mismo.
L:
No es lo mismo nombrar que no nombrar.
A: Pese a lo que vos estás trayendo que
empieza a haber un embate desde el oficialismo para que esto se frene, empieza
a ser casi prohibido.
L:
Claro, por ejemplo, en lo que es la asamblea, fue una discusión porque cuando
pusimos “Asamblea de vecinxs autoconvocadxs” fue todo un tema.
AI:
Con x (equis).
L:
Eso se puso así en las primeras dos reuniones y la tercera surgió la idea de
hacer una página, una red de difusión, y entonces hubo, por supuesto varones,
pero mujeres que también los apoyaban, diciendo que si usábamos el lenguaje
inclusivo dejaba afuera gente porque eso genera grieta. Bueno, ahí, por
supuesto, estábamos nosotras y algunas otras compañeras que nos pusimos firmes
y dijimos: “no”.
AI:
Claro, “si vecinos incluye a todos” decía un hombre, con voz de hombre que es
muy respetado en la comunidad. Bueno, no vino más, después. Entonces se decide
un nombre: “Asamblea autoconvocada”, ¿no?
L:
Pero de ninguna manera “vecinos”.
AI:
Y hay gente a la que le daba lo mismo o que decían: “bueno, no es el momento de
discutir esto, hay cosas más importantes”.
M: Bueno, a eso apunta también la
pregunta: ¿qué grado de relevancia tiene el uso del lenguaje inclusivo?
AI:
Toda.
L:
Toda, si no, no lo hubieran prohibido, ¿por qué lo prohíben?, si es una pavada.
Yo, a veces, tengo que hacer un esfuerzo porque me sale el genérico pero bueno,
no importa.
AI:
O por ahí hay gente que dice: “bueno, vos porque lo tenés re entrenado”, pero
no, es todo un aprendizaje, digo: “mechá otra palabra”.
E:
Bueno, yo en eso no estoy de acuerdo, en imponerle al otrx cómo debe hablar, no
me parece. Creo que el lenguaje nos determina, seamos conscientes o no seamos
conscientes, que cada persona puede hablar como quiere, porque, en este caso,
cuando nos lo impiden a nosotros, a nosotras o a nosotrxs, nos molesta. Sí lo
entiendo como un uso político del lenguaje, cada unx tiene que ejercitarlo para
visibilizar eso. No es necesario que hables hipercorrectamente, es difícil
conjugar, siempre incluyendo la e, con que esporádicamente incluyas un todxs,
se sabe qué posicionamiento tenés, sobre todo porque yo vengo con el tema del
uso de lenguaje hace 20 años, leyendo a Robin Lakoff en la Universidad, donde
te planteaban las posturas contrapuestas de las lingüistas que querían
feminizar y de las que querían usar el inclusivo. En ese entonces, lo veías
como algo que faltaban siglos para que pasara. Sin embargo, un día empezó a hacer
carne en la sociedad y, aún dentro de lo académico, no está confirmado que
cambiando el habla vamos a cambiar las estructuras sociales. Yo pienso, desde
mi formación, que sí, pero creo, si abonamos que el lenguaje es algo vivo, que
el pueblo lo modifica no se puede imponer por obligación, no me parece
perseguir al otrx sobre cómo tiene que hablar.
AI:
Pero yo, en ningún momento le voy a decir a alguien cómo tiene que hablar.
E:
Pero dijiste: “usá otra palabra”.
AI:
Cuando esa persona me dice: “no sé cómo hacerlo”, cuando una docente tiene que
hacer el acto, cuando alguien te dice: “no sé cómo hacer”, mi respuesta es
“pensá otra palabra”. Si vos siempre dijiste “reunión de padres”, pensá en
“familia”. Si vos no querés decir todxs o todos y todas, decí “personas”, pero
yo no le voy a decir a nadie cómo tiene que hablar.
E:
Sí me parece, concluyo, que desde las instituciones estatales hay que trabajar
por una comunicación no sexista.
AI:
Ayer había una reunión del Instituto de Formación Docente y, personas que
estaban hablando de ESI, veinte veces dijeron “reunión de padres”, y les digo:
“digan familias”, pero lo hice porque era un contexto académico de discusión en
que estábamos revisando los diseños curriculares. Ahí sí, no te voy a decir
cómo tenés que hablar, pero algún dardo te voy a tirar.
L:
Es como en lo de la asamblea, no podíamos no decir que no podía decir vecinos,
discutir eso, pero, por ejemplo, en los grupos de whatsapp escriben todo en
masculino y yo no digo nada, pero yo escribo en inclusivo o busco la manera de
decirlo, pero nunca forzar a la otra persona.
AI:
No, porque no sirve.
E:
Yo estoy de acuerdo con ustedes en esto de no invisibilizar, se puede llegar a
usar los recursos clásicos del lenguaje y no ser sexista, eso sí.
L:
Claro, pero sí creo que hay instancias donde esto se vuelve político y hay que
defenderlo.
E:
Es que es político, yo lo vivo como un uso político del lenguaje que, por eso,
se visibiliza, y creo que con la prohibición nos van a hacer un favor porque
vamos a ser más lxs que vamos a usarlo, porque, siempre, lo que te prohíben,
por suerte, creo que se usa más.
L:
Sí, yo escuché una entrevista a Beatriz Sarlo en la que dijo: “ahora que lo
prohibieron entiendo que hay que usarlo”.
E:
Hay un acuerdo, también, en desmasculinizar, me parece, salvo que seas del
gobierno de Milei, la desmasculinización del lenguaje es algo global.
L:
Cuando prohibieron el uso a nivel oficial la (Beatriz Sarlo) llamaron de una
radio, fue a una entrevista y dijo: “ahora pienso que es algo importante, que
hay que usarlo”.
E:
Después de Sarlo viene Mirta y ¡ya está! ¡Lo que son los prejuicios y las
fantasías! Esta semana estuve escuchando una nota que le hicieron a un tipo,
muy interesante la nota, es decir, venía coincidiendo en todo, un escritor y un
periodista, estaban hablando de su novela (estoy hablando de lo que son las
fantasías que tienen las personas, a todo nivel, sobre qué son la mujeres, qué
es el feminismo), y él venia describiendo su personaje, una detective que, por
lo que venía diciendo en su relato
parecía una feminista, y dice: “pero es una feminista real, como mis amigas, no
dice todxs ni nada”. Habla de la mujer real. Bueno, seguramente todas nosotras
somos más “reales” –en los términos que sugería– que cualquiera de sus amigas.
Me llamó mucho la atención lo que presuponía por mujer real, la mirada sesgada
y prejuiciosa del intelectual y vuelvo a que nos usan de chivos expiatorios, de
la derechización de la sociedad pero, también, encubren conservadurismos
propios.
A: Creo que el imaginario que él recrea
es el de la agenda impuesta.
AI:
Otro imaginario es el de la feminista en guerra, la que pelea, la que no
descansa: “siempre tenés que estar peleando, siempre tenés que estar
molestando”. Porque a veces intervenís con un comentario que puede ser el uso
de lenguaje, ¿no?, o algo muy mínimo, “pero ahí ya está, de vuelta”. Me acuerdo
una vez que hicimos una intervención para el día del maestro, hace un
montonazo, desde Y que los platos...
Para un 11 de septiembre, por casillero, que se mandaban las tarjetas, mandamos
que sea feliz día de la maestra, con a, ¿no? Bueno, la idea era un poco,
irrumpir.
L:
No me acordaba, ¿mandamos a todas las escuelas?
AI:
A todas las escuelas, sí, impreso, pero hace un montonazo. Y, bueno, ahora, por
ejemplo, el día del del maestro: “¿y cómo decimos entonces?, ¿cómo se hace?”,
y, bueno, festejemos el día de la docencia. Por ahí, poner en la cartelera, en
vez de: “bienvenidos” o “egresados”, “egresamos” o “te doy la bienvenida”.
A: Pero el tema es cuando se genera una
comunicación, ahí aparece el problema. Entonces, en la escuela, ¿ponemos
bienvenidxs en el aula?, los debates se dan todo el tiempo y se siguen dando. O
en una asamblea ¿cómo comunicamos?, ¿ponemos vecinos, ponemos vecinxs?
E:
Eso sí, es rápido fue rápida la transformación cómo se genera porque, ahora,
cuando dicen “todos”, realmente no me siento interpelada, ¿no?, y el proceso
fue muy cortito, ya no te sentís interpelada. Y no es una pose.
AI:
Sí, me pasa. Mi sensación es que algo queda, ¿no? Por ejemplo, el día del niño,
en la escuela, digo: “no, no, pongamos día de las infancias o de las niñeces”,
lo hago porque yo quiero meter bocadito, o sea, continuamente, porque, más allá
de que hay políticas públicas, educativas, que hacen que pongamos “día de las
infancias”, y que se revisa eso, creo que es importante invitar al uso. Y ahí
es donde alguien te dice: “no, pero, claro, yo no me doy cuenta, y qué podría
decir”, y generar, por lo menos, el cuestionamiento, ¿no?, esa es la idea, yo
creo que somos parte de esa construcción.
L:
Marca de los tiempos supongo, en años anteriores se notaba en el municipio un
interés por desmasculinizar el lenguaje, se veía algo – apenas – en las
comunicaciones en redes, por ejemplo, la utilización de “niñas y niños” por lo menos,
se usaba. Ahora volvió el androcéntrico sin matices.
AI:
¿Ya ahora dicen “niños”?
E:
“Niños”.
AI:
Bueno, en educación depende de provincia, y la provincia tiene lineamientos muy
claros. Hay una dirección educativa de ESI[14],
hay un calendario de ESI, están los comunicados con lenguaje no sexista,
entonces, claro, tenés de dónde atajarte, si querés. En el municipio hay un
posicionamiento ideológico claro y que es ultra conservador, porque si no,
permitís el niños y niñas que no infringe ninguna regla del lenguaje
convencional. Hay que incomodar, creo que ese es nuestro lema, desde el lugar
donde se pueda, que piensen las cosas antes de decirlas, incomodar.
E:
Sí persistir e insistir hasta el exceso en visibilizar, no somos superfluxs, su
defensa de las convenciones y la supuesta economía del lenguaje para no
nombrarnos es falaz y mentirosa. me gusta decir a modo de chiste “bien que en
los baños, sí les interesa que diga ‘mujeres’”.
Referencias bibliográficas
Hernández,
G. y Beker, V. (2022). La bolsa de Úrsula.
Ediciones Maleza. https://repositoriodigital.uns.edu.ar/handle/123456789/6088
[1] Licenciada y doctora
en Filosofía por la Universidad Nacional del Sur (UNS). Investigadora y docente
de nivel medio y universitario en las materias Filosofía de la Religión para la
carrera de Profesorado y Licenciatura en Filosofía (UNS) y Fundamentos Filosóficos
del Espacio para la carrera de Arquitectura (UNS). Sus temas de investigación
se vinculan con la teoría política en relación a las problemáticas de género.
Integrante de la Comisión de Apoyo Técnico del Doctorado en Filosofía (UNS),
miembro del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género y Feminismos (UNS).
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4691-767X
Correo electrónico: mariawagon@gmail.com
[2] Profesora,
licenciada y doctora en Historia por la Universidad Nacional del Sur (UNS).
Investigadora y docente en el nivel universitario y medio. Su tema de trabajo
son las relaciones entre artes y política en la historia reciente argentina
articulando las escalas regional, nacional y latinoamericana. Integrante del
Centro de Estudios Regionales Félix Weimberg (UNS-CONICET) y grupo Arte,
cultura y política en la Historia Reciente (UBA).
ORCID:
https://orcid.org/0009-0008-7492-8211
Correo electrónico: anavidaluns@gmail.com
[3] El uso
del lenguaje inclusivo de género en la presente entrevista responde a su
utilización por parte de las entrevistadas y al interés por respetar las marcas
de la oralidad y el posicionamiento político-ideológico que las tres sostienen
al respecto.
[4]
“Socorristas en red” es una articulación de colectivas de Argentina dedicada a
brindar información y acompañamiento a mujeres y personas con posibilidad de
gestar que han decidido interrumpir su embarazo.
[5] El
proyecto Justicia por Kathy, creado
en 2020 por la colectiva Y que los platos
los lave otro… junto con la artista plástica Graciela San Román consiste en
un dispositivo de intervención colectiva de convocatoria abierta y permanente,
para la elaboración y puesta en circulación de piezas de arte textil en memoria
y reclamo de justicia por el femicidio de Katherine Moscoso. La muestra, que
hasta el momento reúne un número aproximado de 60 obras realizadas por personas
con o sin experiencia en la producción artística, se expuso por primera vez en
forma digital debido a
la pandemia Covid-19, y circuló posteriormente por plazas, escuelas y espacios
culturales de Coronel Dorrego, Monte Hermoso, Pehuen-Co y Bahía Blanca.
Katherine fue asesinada en 2015 a los 18 años en la localidad de Monte Hermoso.
Hasta el momento el crimen continúa impune y la familia ha denunciado en
reiteradas oportunidades la complicidad de sectores del poder local en su
encubrimiento.
[6]
Consistía en una caja con la leyenda “Buzón antimacho. Receptor de denuncias
anónimas contra la violencia de género”. Fue instalada en la plaza central de
la localidad de Coronel Dorrego como parte de la presentación de la muestra Justicia por Kathy en 2021. Con
posterioridad al acto, la colectiva “Y que los platos los lave otro…” fue
convocada al Concejo Deliberante de la localidad para dar explicaciones por
haber utilizado el espacio público sin solicitarlo previamente a las
autoridades. En ese contexto, uno de los concejales manifestó sentirse
personalmente agredido por buzón, dado que él se consideraba un “macho”.
[7] “DesBandadas” es una
banda feminista de tambores, voces y movimientos escénicos y callejeros de la
ciudad de Bahía Blanca creada en 2013.
[8] Tehuel
de la Torre, joven trans de 21 años desaparecidx el 11 de marzo de 2021. Su
cuerpo nunca fue hallado y la causa fue caratulada como “homicidio calificado
por odio a la identidad de género”. Por ella hay dos personas imputadas y se
espera la consustanciación del juicio en julio 2024.
[9] María
Eva Rossi (Bahía Blanca, 1966-2014). Psicóloga, activista y docente tansgénero.
En 2012 fue una de las primeras personas bahienses en ejercer los derechos
consagrados en 26.743 al incorporar en su D.N.I. un nombre acorde a su
identidad autopercibida. Honrando su legado como profesora en la institución,
el Instituto Superior de Formación Docente “Julio César Avanza” organiza desde
2015 las Jornadas Nacionales “María Eva Rossi” sobre educación y derechos.
[10] La Ley
27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) fue sancionada por el
Congreso Nacional en Argentina en el año 2020 luego de una prolongada lucha del
movimiento feminista.
[11] El 8 de
marzo de 2024 el Poder Ejecutivo intervino el “Salón de las Mujeres Argentinas
del Bicentenario” de la casa de gobierno (creado en 2009 durante la presidencia
de Cristina Fernández de Kirchner) sustituyendo su nombre por el de “Salón de
los Próceres” y reemplazando los retratos de las mujeres allí homenajeadas con
representaciones de personajes masculinos de la historia argentina.
[12] La ley
27.499 del año 2019 (ley Micaela) estableció como obligatoria la capacitación
en género y violencia de género para todos los agentes de la administración
pública en Argentina. Su nombre homenajea a Micaela García, víctima de
femicidio en la localidad de Gualeguay, Entre Ríos, en 2017.
[13] Según la
legislación de la Provincia de Buenos Aires, cada municipio debe contar con una
mesa intersectorial conformada de acuerdo a lo establecido en cada localidad,
con el objetivo de articular y coordinar la implementación de las políticas
públicas contra la violencia de género en los ámbitos local, regional y
provincial.
[14]
Educación Sexual Integral (ESI). La ley 26.150 del año 2006 estableció la
obligatoriedad de la educación sexual en los establecimientos educativos
públicos, de gestión estatal y privada, de todos los niveles, desde un abordaje
integral y transversal.