EQUIPARAR
PODERES DE LAS MUJERES EN LA ESFERA PÚBLICA Y PRIVADA; CLAVE PARA ROMPER EL
TECHO DE CRISTAL
EQUALIZING THE POWERS
OF WOMEN IN THE PUBLIC AND PRIVATE SPHERE; KEY TO BREAKING THE GLASS CEILING
IGUALAR
OS PODERES DAS MULHERES NA ESFERA PÚBLICA E PRIVADA; CHAVE PARA QUEBRAR O TETO
DE VIDRO
Dra. Martha Cecilia
Jaramillo Cardona[1]
(Universidad Autónoma
de Baja California (UABC), México)
Dra. Lilia Esther Villanueva Martínez[2]
(Universidad Autónoma de Baja
California (UABC), México)
Fecha de recepción:
15 de octubre de 2021
Fecha de aceptación:
19 de noviembre
de 2021
RESUMEN
La visión de género debe ser
considerada para el diseño de cualquier política pública como una prioridad
debido a que la participación femenina aparece en todas las esferas de la
sociedad, a veces disminuida, y en otras ocasiones con papeles protagónicos,
hechos que van de la mano con una lucha constante por encontrar reconocimiento.
Sin embargo, aquellas quienes interpretan las representaciones principales
coinciden en el constante pugilato entre géneros y la doble jornada de trabajo.
El siguiente artículo desea recrear esta situación de las mujeres a través del
resultado de 700 encuestas aplicadas en tres localidades de Tijuana, Baja
California en México, donde se coincide a través de las protagonistas, que ejercer
el liderazgo, no siempre es fácil de alcanzar por la falta de tiempo,
conocimiento o simplemente porque no se les permite, debido al entorno donde
están inmersas. El desarrollo del tema estará acompañado de la literatura
disponible donde se tomarán los acuerdos internacionales de la visión de género
en el diseño de políticas y la forma como México al mismo tiempo ha respondido
a estos compromisos internacionales a partir de la promoción de leyes,
programas, proyectos, empezando con la cuota de género en los espacios
políticos.
Palabras
clave: Poder, mujeres,
género, política pública, equidad y participación.
ABSTRACT
The gender vision should be considered a priority
for the design of any public policy because female participation appears in all
spheres of society, sometimes diminished, and at other times with leading
roles, facts that go hand in hand with a constant struggle to find recognition.
However, those who interpret the main performances agree in the constant
struggle between genders and the double working day. The following article
wishes to recreate this situation of women through the result of 700 surveys
applied in three localities of Tijuana, Baja California in Mexico, where it is
agreed through the protagonists, that exercising leadership is not always easy
to achieve by the lack of time, knowledge or simply because they are not
allowed, due to the environment where they are immersed. The development of the
topic will be accompanied by the available literature where international
agreements on the gender vision will be taken in the design of policies and the
way how
at the same time Mexico responded to these
international commitments through the promotion of laws, programs, and projects,
starting with the gender share in political spaces.
Keywords:
Power, women, gender, public policy, equality, and participation.
RESUMO
O gênero deve ser
considerado uma prioridade na
formulação de qualquer política pública, pois a participação feminina aparece em todas as esferas
da sociedade, ora diminuída, ora como protagonistas, fatos que caminham
lado a lado peuma luta constante
por reconhecimento. No entanto, quem interpreta
os principais desempenhos coincide na
luta constante entre os sexos e na
dupla jornada de trabalho. O artigo a seguir pretende recriar essa situação
das mulheres por meio do resultado de 700 pesquisas aplicadas em três localidades
de Tijuana, na Baixa Califórnia, no México, onde é
consensual, por meio das protagonistas, que o exercício da liderança nem sempre é fácil
de conseguir pela falta de tempo, conhecimento ou simplesmente porque não são
permitidos, devido ao ambiente onde
estão imersos. O desenvolvimento do tema será acompanhado pela literatura disponível onde os acordos internacionais
sobre a visão de gênero serão considerados
na formulação de políticas e a forma como o México
tem, ao mesmo tempo, respondido a esses compromissos internacionais por meio da promoção
de leis, programas, projetos,
a começar pela cota de gênero nos espaços políticos.
Palavras-chave: Poder, mulheres, gênero, políticas públicas, equidade e participação.
Cómo citar:
Jaramillo Cardona, M.C. y Villanueva Martínez, L. E. (2021). Equiparar
poderes de las mujeres en la esfera pública y privada; clave para romper el
techo de cristal. Revista Pares, 1(2), 78-106.
¿QUIÉN CONSTRUYE LA
DEFINICIÓN DE GÉNERO?
La búsqueda de la igualdad
del género femenino es el resultado de constantes indagatorias sobre el rol que
una mujer debe desempeñar en la esfera económica, política, social y cultural,
pero no en el hogar porque ella misma ha definido a través de la experiencia,
su papel en la vida doméstica. Sin embargo, la visión de equidad de género debe
ser analizada desde dos niveles; el nivel macro, referido a la construcción
social del género, que constituye un problema de opresión, inequidad, oposición
y exclusión en la vida pública y la parte micro referida a las interacciones
diarias que la mujer maneja frente a su entorno inmediato y frente a ella misma
(Alvesson et al., 2009: 22).
Para Deere y León (2002)
género es “un sistema de relaciones culturales entre los sexos, es una
construcción simbólica establecida sobre los datos biológicos de la diferencia
sexual”. El género está relacionado de forma social y cultural con el sexo, por
una parte, es una construcción a partir de las características fisiológicas y
por la diferencia a partir de las características culturales y sociales. El
sexo se hereda, está determinado por los cromosomas, los genes, la estructura
externa genital y la apariencia física (Owen et al., 2009); mientras que el
género es una construcción socio-cultural (Arcos et al, 2018). Lamas (1999) señala que la diferencia
fisiológica es una condición, pero no suficiente para determinar el
género. Es en el mundo de la formación
de ideas sociales y culturales donde se crean las características; la
disimilitud entre hombre y mujer variará en función de la cultura y se
modificará en el transcurso del tiempo (Lamas, 1986). La reproducción de la posición femenina
frente a la masculina, es una conducta aprendida en la esfera familiar, social
y cultural que va reproduciéndose y por lo tanto, aceptándose, tanto por hombres
como por mujeres; donde la postura androcéntrica rige todas las esferas (Arcos
et al, 2018; Lázaro et al., 2007; Peach et al.,
2007).
Tanto para Jusidman, 2009 como para Lamas 1999 el concepto de género es una
construcción social y cultural que delimitará la posición de cada hombre y
mujer, en el ámbito económico, profesional, institucional y social, esto es, la
formación subjetiva del género la determinará el rol que desempeñará en todos
los espacios. La construcción del
término “género” desde la perspectiva cultural permite asociar no únicamente a
los hombres y mujeres como tal, sino con características, creencias, acciones y
comportamientos diferentes entre ellos. La agrupación va a dar características
de ventaja competitiva de uno respecto al otro articulando así relaciones de
tensión entre ambos grupos, esto es, estableciendo relaciones de poder.
Estudiar al género supone
conocer el comportamiento entre el hombre y la mujer, la mujer frente a la
mujer y el hombre frente al mismo hombre, porque las conceptualizaciones del
género se construyen mediante la visión de estos dos seres frente a sí mismos y
frente al otro entorno, al universo de actividades que les permite construir en
el imaginario colectivo esas relaciones inequitativas. “Los sistemas de
género/sexo son los conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas
y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual
anátomofisiológica y que dan sentido a la
satisfacción de los impulsos sexuales, a la reproducción de la especie humana y
en general, al relacionamiento entre las personas” (Barbieri, 2000: 114). Así
se crea la identidad masculina y la identidad femenina, con características
únicas, diferentes, pero esas diferencias no implican que deban ser desiguales,
que uno debe ser superior al otro, simplemente diferentes.
En ese orden de ideas y
citando a Mies, es importante resaltar, que en esta lucha por el reconocimiento
de esa igualdad, se han generado los movimientos feministas, cita esta autora:
“el Movimiento de Liberación de
la Mujer (MLM) es, tal vez, el movimiento más controvertido, así como el más
amplio y de mayor alcance, de los nuevos movimientos sociales porque su simple
existencia provoca a la gente, la «cuestión de la mujer» conduce
invariablemente a reacciones altamente emocionales por parte de los hombres y
de muchas mujeres. La razón de ello es el hecho de que el movimiento de mujeres
no dirige la mayor parte de sus exigencias hacia algún agente externo, como el
Estado o los capitalistas, como hacen muchos otros movimientos, sino que en sí
mismo se dirige en esencia al ser humano, apuntando a lo más íntimo de sus
relaciones personales, la relación entre mujeres y hombres, con la mirada
puesta en cambiar estas relaciones” (Mies, 1999:39).
Sin duda alguna, este
movimiento, llevó a las mujeres a descubrir que sus problemas, aparentemente
únicos y personales, eran los problemas de todas las mujeres; que eran, de
hecho, un problema social y político. Las nuevas dudas e intereses que surgieron,
las nuevas inquietudes, el compromiso en la lucha contra la dominación
masculina, frente al tratamiento enfermizo y la humillación que recibían las
mujeres y contra la perduración de la desigualdad entre sexos creó un nuevo
sentimiento de sororidad entre mujeres y proporcionó en los comienzos una
inmensa fuente de fuerza, entusiasmo y euforia, que contribuyó a romper el
estilo que ha caracterizado la relación entre hombres y Mujeres (Mies, 1999).
En ese sentido, un ejemplo para el caso de México, de
los logros que a través del tiempo las mujeres han ido conquistando, es la Ley
del Instituto Nacional de las Mujeres creada en el 2001. Esta ley conceptualizó al género como “los valores atributos, roles y representaciones
que la sociedad asigna a hombres y
mujeres” y la equidad de género
la como:
[e]l principio conforme al cual hombres y mujeres acceden con
justicia e igualdad al uso, control y beneficios de los bienes y servicios de
la sociedad, incluyendo aquéllos socialmente valorados, oportunidades y
recompensas, con la finalidad de lograr la participación equitativa de las mujeres en la toma de decisiones en todos
los ámbitos de la vida social, económica, política, cultural y familiar. (LINM,
2001)
Estas definiciones atribuyen al hombre y la mujer
oportunidades en todos los ámbitos con las correspondientes diferencias
sexuales como la fecundación, el embarazo, el parto y la lactancia. La
Organización Internacional del Trabajo enfatiza en la libertad que poseen los
hombres y las mujeres para desarrollar sus aptitudes sin opresión alguna de los
estereotipos forjados por la sociedad (OIT, 2005).
La historia de la humanidad
ha situado en desventaja a las mujeres, analizar el entorno público con perspectiva
de género representará desagregar las diferencias entre hombre y mujer, en
todos los planos (Lázaro et al., 2007); sin embargo, el desempeño doméstico y
la crianza de los hijos no había sido cuestionado ni por ellas ni por su
contraparte, la tutela femenina poseía las responsabilidades en su totalidad. La
contraparte masculina, de manera histórica, se le asignó como principal
actividad la transferencia de recursos monetarios, su postura de proveedor lo
situó en el ámbito público (Faur, 2006).
Es a través de los diferentes
roles que históricamente han desempeñado, que el tiempo de distribución
destinado a las actividades productivas es diferente. Las mujeres destinan
menor tiempo al trabajo productivo-remunerado, en tanto es mayor el número de
horas en actividades extradomésticas; según el Centro
de Investigación para la Mujer en Alta dirección (2013) las mujeres destinan
cuatro horas más a las labores del hogar en comparación con los hombres. Pero
las féminas conocen la doble jornada de trabajo que realizan, están conscientes
de ello; en la Encuesta Nacional sobre discriminación en México (2010), la
pregunta ¿Quién se ocupa más de la casa en las familias donde la mujer trabaja?
Muestra como resultados que un 59.8 % de las mujeres señalan que se ocupan más
de la casa, 18.9% mencionó a los dos como responsables de las labores
domésticas, 7.3% les asignó las actividades a los hijos y 7.2% mencionó a la
figura masculina. La transformación de equidad de género debe implicar un
replanteamiento de las responsabilidades domésticas, es decir, equiparar
actividades en el ámbito privado, íntimo donde comparten hombres y mujeres.
Tabla 1. Distribución porcentual de la población
ocupada por sexo según la duración de la jornada de trabajo, 2021
Fuente: Encuesta Nacional de
Ocupación y Empleo (ENOE), población de 15 años y más de edad. https://www.inegi.org.mx/programas/enoe/15ymas/
Las mujeres se incorporan en
el área productiva con el objetivo de incrementar los ingresos de la familia,
pero esas actividades productivas remuneradas se logran vía incremento de la
productividad en las actividades domésticas y de la crianza de los hijos para
dar tiempo a las actividades productivas remuneradas. Los esfuerzos por la
equidad de género surgieron a partir de dos conceptos históricamente construidos
y aceptados: “la mujer como responsable de las labores domésticas y de crianza
de los hijos”.
Es necesario destacar como
lo expone Rauber (2003), que la propuesta de género
que reclama romper con esa cultura y con esa mentalidad, no es un
cuestionamiento unidireccional de las mujeres hacia los hombres -aunque en
cierto sentido lo es- sino hacia hombres y mujeres y, fundamentalmente, hacia
las propias mujeres, en gran medida reproductoras de los patrones
patriarcal-machistas en la pareja, en el seno de la familia y en la vida
social, política, económica, entre otros.
En esta discusión por
definir género, es necesario dejar claro la asociación que se hace de forma
inmediata con el sexo, por eso debemos trabajar para evitar esta confusión, dado
que:
la fuerza de la costumbre hace
ver, desde el lenguaje, al género como naturalmente igual al sexo y, con ello
también a sus diferentes roles sociales. Sin embargo, diferenciar sexo y género
es muy importante tanto para la lucha femenina como para un replanteo serio y
consecuente del poder desde la perspectiva de su transformación
democrático-popular, que busca la eliminación de las asimetrías sociales sobre
la base de la equidad en lo económico, lo político, lo social, lo cultural,
entre las clases, las etnias, y las relaciones entre los sexos. (Rauber, 2003: 10)
Esta visión es lo que genera
discriminación y sesgos a la hora de trabajar y formular políticas sociales y
públicas dirigidas al logro de la equidad de género.
EL
ÁMBITO LABORAL COMO UNA FORMA DE AUTOVALORACIÓN FEMENINA: UNA VISIÓN DE LA
EQUIDAD DE GÉNERO EN ESTE ESPACIO
Desde la
perspectiva de Maslow (1943) quien, a partir de su obra una teoría de la
motivación humana, presenta la llamada “pirámide
de Maslow”, jerarquiza las necesidades de las personas y explica cómo los
seres a medida que satisfacen sus necesidades aparecen otras que se esfuerzan
por cubrir para después considerar otras, manteniendo el objetivo de lograrlas.
En la base de la pirámide se ubica a las necesidades de homeostasis: alimentación,
respiración, etc., en el siguiente renglón se ubican las referidas a la
seguridad de empleo, de recursos, la salud y la propiedad privada; una vez
cubiertas éstas aparecen las de afiliación o sociales referidas a cubrir las
necesidades de compañía, de afecto y de participación social. En el siguiente
renglón de manera ascendente, aparecen las de reconocimientos atribuidos al ego
o a la autoestima de la persona, este grupo de necesidades indica que toda
persona necesita sentirse apreciada, tener prestigio, destacar dentro de su
grupo social, sentirse autovalorada e implica el respeto a sí mismo. Las
necesidades que se encuentran en la punta de la pirámide son las de
autorrealización, en este nivel el ser humano desea transcender, dejar huella,
desarrollar su propia obra. La pugna femenina por mejorar sus oportunidades de
educación se refleja en las estadísticas de la educación superior, 21% de las
graduadas son mujeres frente al 18% de hombres (Centro de Investigación para la
Mujer en Alta dirección, 2013). Las oportunidades de desarrollo profesional,
conducen a facilitar el acceso a la salud y frenar la violencia física y
psicológica contra ellas. Ingresar a la educación en sus diferentes niveles
permite a las mujeres mismas reestructurar el concepto de género donde la
crianza de los hijos y las labores domésticas cubren de manera parcial sus
necesidades de autorrealización.
Al desempeñar actividades
productivas remuneradas, las mujeres buscan satisfacer las necesidades fisiológicas,
así como poseer confianza en ella misma a través de adquirir servicios de salud
y bienes materiales los cuales le dan seguridad para mantener el bienestar de
sus hijos. En tanto se ha forjado la responsabilidad doméstica y de crianza de
los hijos a las mujeres, la distribución del ingreso el paradigma construido, las
mujeres mexicanas destinan 70% de sus ingresos a su familia y la comunidad, en
tanto los hombres solo aportan entre 30% y 40% (Centro de Investigación para la
Mujer en Alta dirección, 2013).
Con los avances en materia
de equidad de género, la mujer se ha visto en la necesidad de lograr por ella
misma la seguridad económica a través del desempeño de actividades
remunerativas, de ser reconocida socialmente por sus actividades públicas, de tener
redes de amistades ajenas a las de la familia, de aceptarse tal cual es y de
valorarse por todas sus capacidades físicas y mentales. El trabajo que
desempeñan les permite obtener ingresos mínimos para satisfacer las necesidades
fisiológicas y a la vez, que les permita desarrollar sus actividades domésticas
y de crianza de los hijos; según el Centro de Investigación para la Mujer en
Alta dirección (2013), el 16% del sector empresarial está representado por
mujeres. Es necesario resaltar aquí, que las características del propietario o
propietaria de la unidad económica son diferentes.
Sin embargo, el espectro
laboral público y el privado al cual se han sometido, ha impedido a las mujeres
ascender de la misma manera que los hombres en el sector laboral, y participar
en las mismas condiciones en cargos especialmente lo que tienen que ver con la
participación política. De manera reciente, como parte de las reformas
aplicadas al nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales
(COFIPE), publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), el 14 de enero
de 2008 donde se establece por primera vez las cuotas de género en espacios de
representación política, cuotas que anteriormente se venían aplicando con la
ecuación 70/30 en las candidaturas para las elecciones legislativas federales.
Dichas cuotas, expone Medina
(2010), si bien han sido importantes en el propósito de aumentar la presencia de
las mujeres en los espacios de representación política, al mismo tiempo, han
resultado ser insuficientes y limitadas si se considera que aún no se logra
contar siquiera en el Congreso Federal con una “masa crítica” de mujeres, esto
es, una presencia mínima suficiente capaz de incidir de manera efectiva en la
definición de la agenda pública y en la adopción de decisiones políticas, como
primer paso hacia una distribución equitativa y equilibrada del ejercicio del
poder entre mujeres y hombres.
A través de la historia han sido
varias las mujeres (Ángela Acuña, Sor Juana Inés de la Cruz, Olympe de Gouges,
Alice Paul, entre otras) que han iniciado luchas para alcanzar el pleno reconocimiento
de los derechos de las mujeres, como el reconocimiento de los derechos
políticos a través del sufragio femenino, las cuotas de género y la paridad
democrática. Estas son muestras de las diversas luchas que las mujeres han
tenido que ir librando para lograr la equidad. En este sentido, para visualizar
la forma tan lenta como se han vivido estos procesos basta con ver los años que
se lleva el país pionero en el reconocimiento del sufragio femenino Nueva
Zelanda, donde las mujeres pudieron votar y ser electas desde 1893, en contraste
con Kuwait quien apenas reconoció los derechos políticos de las mujeres en 2005
(Medina, 2010).
En este sentido Corte Ríos (2010) llama la atención de
la necesidad de tener en mente que las cuotas de género establecidas en México en
el 2008 (60/40), no son un techo máximo, sino solo un piso mínimo para
garantizar el avance de las mujeres y cerrar las brechas de desigualdad en el
ámbito político. Expone Corte Ríos, en este mismo texto, que es necesario dejar
claro que las cuotas de género forman parte de un sistema insuficiente y limitado
que aún no logra una justa participación de las mujeres en los espacios de
representación política. Señala la autora que es fundamental asumir que la
democracia solo contraerá un significado verdadero y dinámico cuando a través
de las políticas públicas y la legislación nacional se opte por mujeres y
hombres con equitativa consideración a los intereses y necesidades de ambas
mitades de la población y de aquí, a la democracia paritaria que garantice la
participación equilibrada de hombres y mujeres en la toma de decisiones.
El avance en la cuota de
género en México presenta un panorama alentador con la reforma de la Ley general de
instituciones y procedimientos electorales del 2014, donde se
aprueba la paridad de género 50/50 de candidaturas mujeres y hombres diputados
y senadores propietarios y suplentes de un mismo género. En este sentido, en el
sexenio del mandato presidencial de Peña Nieto (2012-2018), se presentan
matices positivos y negativos en cuanto a la representación de las mujeres tanto
en los escenarios políticos como en cargos públicos de alto nivel. En lo que se
refiere al gabinete presidencial de este sexenio, la presencia de las mujeres continúo
siendo muy baja 16%, frente a un 84% de hombres, igualmente sucedió en la Junta
de Coordinación Política del Senado de la República, donde la representación de
las mujeres fue de un 17%, frente al 83% de hombres.
Gráfico 1
Porcentaje de funcionarios y funcionarias de las
secretarias federales del gobierno de Enrique Peña Nieto – febrero 2015.
Fuente:
Elaboración propia con base a los datos http://www.presidencia.gob.mx/gabinete/ a 27 de febrero de 2015.
Gráfico 2
Porcentaje de senadoras y senadores federales que
integran la Junta de Coordinación Política – 2015
Fuente: Elaboración propia con base a los datos http://www.senado.gob.mx/ 16 de julio de 2015.
En cuanto a la cuota de género en espacios de
representación política en México aprobada en 50/50, en el 2014, se puede ver
los siguientes resultados, gráficas 3 y 4, donde la participación de la mujer en
el senado continúo siendo baja 34%, frente al 66% de hombres, esto para el 2015,
igual que en la Cámara de diputados donde la presencia femenina fue de 32%,
frente a un 68% de los hombres.
Gráfico 3
Integración de senadoras y senadores federales por
grupo parlamentario y género 2015.
Fuente:
Elaboración propia con base a los datos http://www.senado.gob.mx/ 16 de julio de 2015.
Gráfico 4
Integración de diputadas y diputados federales por
grupo parlamentario y género 2015.
Fuente:
Elaboración propia con base en los datos http://sitl.diputados.gob.mx/LXII_leg/cuadro_genero.php 16 de julio de
2015.
En este sentido si se hace
una comparación con estudios como el que presenta Aparicio (2011), donde para
el 2008 el promedio de mujeres en ambas cámaras fue de 22%, se puede pensar que
la modificación de la ley en el 2014 ha surtido efectos, pero no los esperados
en una representación equitativa 50/50 como lo plantea la reforma. Ahora, si
comparamos la participación de las mujeres en el periodo (2012-2018), con el arranque
2018 y las intermedias del 2021, se puede apreciar un logro en la paridad de
género, aprobada en la Ley
general de instituciones y procedimientos electorales del 2014.
Gráfico 5
Integración senado por grupo parlamentario y género
2015.
Fuente:
Elaboración propia con base en los datos http://sitl.diputados.gob.mx/LXIV_leg/cuadro_genero.php y http://www.senado.gob.mx/64/senadores y http://www.senado.gob.mx/64/senadoras octubre del 2018, septiembre del 2021.
Realizando un comparativo,
de la presencia de la mujer en el ámbito político, es importante ver cómo en el
caso de la Junta de Coordinación Política,
órgano colegiado en el que se impulsan entendimientos y convergencias para
alcanzar acuerdos que permitan el cumplimiento de las facultades que la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y que está integrada por
los coordinadores de los grupos parlamentarios, se puede encontrar que en los
periodos 2012-2018, 83% fueron hombres, frente a un 17% de mujeres, y el periodo 2018-2024, 70% son hombres
frente a un 30% de mujeres. Este proceso deja ver que para el caso de este
órgano directivo del senado, aún no se logra esa paridad de género para la
participación de las mujeres.
Gráfico 6
Comparativo porcentaje de senadoras y senadores
federales que integran la Junta de Coordinación Política, periodos 2012-2018 /
2018-2024
Fuente:
Elaboración propia con base en los datos http://sitl.diputados.gob.mx/LXIV_leg/cuadro_genero.php y http://www.senado.gob.mx/64/senadores y http://www.senado.gob.mx/64/senadoras octubre del 2018 y septiembre del 2021.
En lo que se refiere al
gabinete presidencial, si se realiza una comparación se puede encontrar que en
el arranque del sexenio 2012-2018, la presencia de las mujeres fue de 16%,
frente a un 84% de hombres, y en el arranque del sexenio 2018-2024, la
presencia de mujeres y hombres es igual 50/50. Este proceso comparativo nos
ayuda a ver la forma en que se ha ido incrementando la presencia de las
mujeres, en el ámbito político, con altas y bajas en los cargos y
representaciones, lo importante es que la ley está, y cada vez el ingreso de
las mujeres en al ámbito federal empieza a ganar terreno.
Gráfico 7
Comparativo porcentaje de funcionarios y funcionarias
de las secretarias federales del gobierno periodos 2012-2018 / 2018-2024
Fuente:
Elaboración propia con base a los datos http://www.presidencia.gob.mx/gabinete/ y https://www.eleconomista.com.mx/politica/
Así como en los espacios públicos de representación o
en cargos de alto nivel como las secretarias federales, cargos para presidir
una Junta de Coordinación Política del Senado de la República, las mujeres
siguen siendo excluidas o colocadas en los cargos más bajos, existen también
otros espacios donde la presencia patriarcal y el papel de la mujer sigue sin
ser reconocido, es el caso de la iglesia, en el libro de Rauber
(2003) en un trabajo interesante de entrevistas a mujeres se presenta la visión
que las mujeres tienen de la Iglesia Católica y estas coinciden con que es una
institución patriarcal. Las decisiones vienen a través de esa estructura: el
Papa, los obispos, los sacerdotes:
A mí me
parece que lo que sucede en la sociedad también está reflejado en la iglesia.
Como que los cambios que se dan en la sociedad, luego se dan en la iglesia.
Entonces, la mujer, en la iglesia, también es una ciudadana de segundo orden,
en general. Para el trabajo pastoral siempre ha estado bajo las órdenes del
sacerdote. (Rauber, 2003: 23)
PARTICIPACIÓN
POLÍTICA DE LAS MUJERES: EL CASO DE TIJUANA, BAJA CALIFORNIA MÉXICO
El análisis que a continuación se presenta, es el
resultado de 700 encuestas aplicadas a mujeres en tres localidades: Altiplano,
Mariano Matamoros y Nido de las Águilas y División del Norte, ubicadas en la ciudad
de Tijuana, en Baja California, México. Estas zonas están ubicadas en “alto” y
“muy alto” índice de marginación, su selección obedece a los criterios
establecidos por la “Declaratoria de las Zonas de Atención Prioritaria (ZAP) para
el año 2018”.
Se consideran Zonas de Atención
Prioritaria (ZAP) “las áreas o regiones, sean de carácter predominantemente
rural o urbano, cuya población registra índices de pobreza, marginación
indicativos de la existencia de marcadas insuficiencias y rezagos en el
ejercicio de los derechos para el desarrollo social” (Ley General de Desarrollo
Social (LGDS), 2018). En ese sentido, las localidades seleccionadas para esta
investigación poseen estas características, y están clasificadas como ZAP
porque ostentan rezago educativo, no tienen acceso a servicios de salud,
seguridad social, la calidad y espacios de la vivienda son precarios, no hay
acceso a los servicios básicos en la vivienda y el acceso a la alimentación
nutritiva y de calidad es baja.
Los datos que a continuación se presentan, corresponden
a los resultados obtenidos a partir de aplicar el instrumento “Encuesta en los
hogares para el estudio de necesidades y expectativas de las mujeres que
habitan en la zona de atención prioritaria (ZAP) de Tijuana, B.C. municipio de
Tijuana, Baja California”
La encuesta está dividida en
seis subsistemas: económico, político, educativo, cultural, seguridad social y ambiental
e infraestructura. Para este artículo, se expondrán los resultados del
subsistema político, contempla ámbitos de participación (sectores sociales,
organizaciones sociales, comités de vecinos y ONG´s), Niveles de participación
(información, consulta, iniciativa, concertaciones institucionales, decisión,
fiscalización y gestión de recursos), Participación en grupos y asociaciones
privadas y públicas. Existencia y manejo de organizaciones comunitarias, expectativas
con respecto al voto y expectativas respecto a la formación y capacitación de
líderes.
Los resultados fueron los
siguientes: en la colonia Altiplano, se entrevistaron 320 mujeres, 36%, de ellas tienen
entre 20 a 24 años de edad, 12% corresponde a las mujeres entre 15 a 19, otro
12% está en el rango de 25 a 29, un 10% son mujeres entre 40 a 44 años, un 9%
está entre 30 a 34 años, un 7% de ellas se encuentra entre los 45 a 49 años, un
4% de esta población está entre los 35 a 39, y otro 4% se encuentra entre los
55 a 59 años, un 3% entre los 50 a 54 años, un 2% de mujeres está en el rango
de 65 años y más, y finalmente el 1% está en el rango de 60 a 64 años.
El estado
civil de las mujeres entrevistadas en esta colonia, corresponde a los
siguientes porcentajes: 45% solteras, 26% son casadas, 16% unión libre, 6%
separadas, 4% viudas y 3% divorciadas.
En cuanto
en las esferas de participación política de las mujeres de la colonia Altiplano
el 88% nunca ha participado, el 7% ha participado en cooperativas, colectivos y
organizaciones de la sociedad civil, 2% en organizaciones no gubernamentales y 3%
en partidos políticos y sindicatos.
Cuando se
les preguntó las razones por las cuales no participan, las mujeres le atribuyen
su escaza participación política en un primer lugar, con el 31%, a la falta de
interés, el 28% declaró no conocer cómo hacerlo, un 27% manifestó que no tiene
el tiempo para hacerlo, un 10% expresó que no se lo han permitido y el 4% no
respondió.
En los
principales instrumentos de participación política en los que se han vinculado las
respuestas fueron: 47% expresó no tener vinculación con ninguno, 19% expresó en
las votaciones, 7% huelgas, 6% manifestaciones, 5% consultas populares o
ciudadanas, 4% solicitudes de información pública, 4% iniciativas ciudadanas, 3%
mesas de trabajo, 3% debates y 2% revisión del gasto público.
En la
pregunta ¿conoce si existen organizaciones comunitarias para la atención de los
problemas y necesidades del lugar donde reside? el 62% no saben o no están
segura de su existencia, el 21% dice que si existen esas organizaciones y el
17% dicen que no existen tales organizaciones.
Cuando se indaga
sobre ¿qué situaciones considera que deberán atender las organizaciones en su
comunidad? 16% respondió la salud, 15% seguridad, 12% educación, 11% violencia
contra las mujeres, 10% prevención de adicciones, 8% desarrollo personal, 7% deporte,
6% fomento productivo, 6% desarrollo comunitario, 6% cultura y 3% comunicación
con representantes políticos.
En la pregunta ¿De
qué manera siente que ha sido representada por los tomadores de decisiones? el 47% no se
sienten representadas, el 40% no sabe quién las representa, el 5% dicen que la
persona que la representa ha cumplido sus promesas de campaña, el 4% perciben
que la persona que las representa ha cumplido sus expectativas y 4% ha podido
exponer sugerencias o demandas a su representante.
Cuando se indaga,
si conocen si hay líderes en su colonia con los cuales pueda acudir para
abordar necesidades comunitarias, el 43% no conoce a sus líderes a
los cuales acudir para exponer sus problemáticas, el 34% no están seguras si
existen líderes con quienes puedan acercarse y un 23% sí conoce a los líderes
con los cuales puede acudir para exponer sus problemáticas.
Se
les preguntó, que en caso de que el liderazgo comunitario pudiera mejorarse
¿qué herramienta serviría?
El 31% respondió
que no hay liderazgo en su colonia, 23% de ellas expresó cursos o
capacitaciones de intervención comunitaria para líderes, 22% procesos de
selección comunitaria de líderes, 13% estrategias de vinculación comunitaria
con el gobierno, 11% estrategia para externar y pedir atención a necesidades
comunitarias; para ellas estas herramientas, harán posible brindar soluciones
pertinentes a las problemáticas que afectan la colonia y limitan el desarrollo
integral de las mujeres y sus hogares.
Cuando se les preguntó si
estaban interesadas en ejercer el liderazgo en su comunidad, entre
las mujeres entrevistadas el interés de ser líder de su comunidad muestra que
un 59% no ha tenido interés, el 28% no sabe o no está segura y el 13% sí ha
tenido interés pero no sabe cómo hacerlo.
En la colonia Mariano Matamoros, se entrevistaron 274
mujeres, 28%, de ellas tiene entre 20 a 24 años de edad, 23%
corresponde a las mujeres entre 15 a 19, otro 9% está en el rango de 25 a 29,
un 9% está entre 30 a 34 años y 9% de ellas se encuentra entre los 45 a 49
años, un 8% son mujeres entre 40 a 44 años, un 5% de esta población está entre
los 35 a 39, un 4% entre los 50 a 54 años, y otro 2% se encuentra entre los 55
a 59 años, un 2% de mujeres está en el rango de 65 años y más, y finalmente el
1% está en el rango de 60 a 64 años.
El estado
civil de las mujeres entrevistadas en esta colonia, corresponde a los
siguientes porcentajes: 52% solteras, 26% son casadas, 14% unión libre, 4%
viudas, 2% separadas, y 2% divorciadas.
En cuanto a
las esferas de participación política de las mujeres de la colonia Mariano
Matamoros el 76% nunca ha participado, 11% en partidos políticos, el 10% ha
participado en cooperativas, colectivos y organizaciones de la sociedad civil,
2% en organizaciones no gubernamentales y 1% en sindicatos.
Cuando se
les preguntó las razones por las cuales no participan, las mujeres le atribuyen
su escaza participación política, en un primer lugar con el 39% declaró no
conocer cómo hacerlo, 20% manifestó que sí participa, 16% a la falta de
interés, un 15% manifestó que no tiene el tiempo para hacerlo, un 7% expresó
que no se lo han permitido y el 3% no respondió.
En los
principales instrumentos de participación política, en los que se han vinculado
las respuestas fueron: 50% expresó no tener vinculación con ninguno, 19% no
respondió, 12% expreso en las votaciones, 3% consultas populares o ciudadanas, 3%
mesas de trabajo, 3% debates, 2% huelgas, 2% manifestaciones, 2% solicitudes de
información pública, 2% iniciativas ciudadanas, y 2% revisión del gasto
público.
En la
pregunta ¿conoce si existen organizaciones comunitarias para la atención de los
problemas y necesidades del lugar donde reside? el 68% no saben o no están
segura de su existencia, el 20% dice que no existen esas organizaciones y el 12%
dicen que sí existen tales organizaciones.
Cuando se
indaga sobre ¿qué situaciones considera que deberán atender las organizaciones
en su comunidad? 46% no respondió, 8% respondió la salud, 8% seguridad, 8% deporte,
8% educación, 4% violencia contra las mujeres, 3% prevención de adicciones, 3% desarrollo
personal, 3% fomento productivo, 3% desarrollo comunitario, 3% cultura y 3% comunicación
con representantes políticos.
En la
pregunta ¿De qué manera siente que ha sido representada por los tomadores de
decisiones? el 52% no se sienten representadas, el 30% no sabe quién las
representa, el 7% perciben que la persona que los representa ha cumplido sus
expectativas, el 6% perciben que la persona que los representa ha cumplido sus
promesas de campaña y 5% ha podido exponer sugerencias o demandas a su
representante.
Cuando se
indaga si conocen si hay líderes en su
colonia con los cuales pueda acudir para abordar necesidades comunitarias, el 50% no conoce a sus líderes a los cuales acudir
para exponer sus problemáticas, el 26% no están seguras si existen líderes con
quienes puedan acercarse, un 16% sí
conoce a los líderes con los cuales puede acudir para exponer sus problemáticas
y un 8% no respondió.
Se les preguntó que en caso
de que el liderazgo comunitario pudiera mejorarse ¿qué herramienta serviría?
El 52% respondió que no hay liderazgo en su colonia, 14% estrategia para
externar y pedir atención a necesidades comunitarias, 13% estrategias de
vinculación comunitaria con el gobierno, 13% de ellas expresó cursos o
capacitaciones de intervención comunitaria para líderes, 8% procesos de
selección comunitaria de líderes.
Cuando se les preguntó si
estaban interesadas en ejercer el liderazgo en su comunidad, entre
las mujeres entrevistadas el interés de ser líder de su comunidad muestra que,
un 53% no ha tenido interés, el 29% no sabe o no está segura y el 18% sí ha
tenido interés pero no sabe cómo hacerlo.
En la colonia Nido de las
Águilas y División del Norte, se entrevistaron 114 mujeres, El 16%
corresponde a las mujeres entre 40 a 44 años de edad, seguido del 15% que
corresponde a las mujeres entre 45 a 49, el 13% son mujeres entre 30 a 34 años,
un 12% de esta población está entre los 20 a 24 años, un 11% de mujeres está
entre los 25 a 29 años, 7% a la población de 15 a 19 años, 7% las que están
entre 35 a 39 y otro 7% se encuentran entre 50 a 54 años. El 5% de las mujeres entrevistadas tiene
entre 54 a 69 años, seguido de un 4% de más de 65 años y finalmente el 3% está
en el rango de 60 a 64 años.
El estado
civil de las mujeres entrevistadas en esta colonia, corresponde a los
siguientes porcentajes: 60% casadas, 18% solteras, 13% unión libre, 5% separadas
y 4% viudas.
En cuanto
en las esferas de participación política de las mujeres de la colonia Nido de
las Águilas y División del Norte, el 73% nunca ha participado, el 20% lo ha hecho en partidos políticos, el 4% en
organizaciones no gubernamentales, el 3% ha participado en cooperativas,
colectivos y organizaciones de la sociedad civil, y 0% en sindicatos.
Cuando se
les preguntó las razones por las cuales no participan, las mujeres le atribuyen
su escaza participación política en un primer lugar con el 40% declaró no tener
tiempo para hacerlo, 31% no conoce cómo
hacerlo, 16% no le interesa, y un 13% expresó que no se lo han permitido.
En los
principales instrumentos de participación política en los que se han vinculado
las respuestas fueron: 42% expresó no tener vinculación con ninguno, 30% expresó
en las votaciones, 10% iniciativas ciudadanas,7%
consultas populares o ciudadanas, 5% solicitudes de información pública, 3%
huelgas, 2% manifestaciones, 1% mesas de trabajo.
En la
pregunta ¿conoce si existen organizaciones comunitarias para la atención de los
problemas y necesidades del lugar donde reside? el 70% no saben o no están
segura de su existencia, el 18% dicen que sí existen tales organizaciones y el 9%
dice que no existen esas organizaciones y un 3% no respondió.
Cuando se indaga
sobre ¿qué situaciones considera que deberán atender las organizaciones en su
comunidad? 20% seguridad, 18% respondió la
salud, 15% educación, 10% deporte, 9% violencia contra las mujeres, 8% prevención
de adicciones, 6% desarrollo comunitario, 6% cultura 3% desarrollo personal, 3%
fomento productivo, 2% comunicación con representantes políticos.
En la pregunta ¿De
qué manera siente que ha sido representada por los tomadores de decisiones? el 56% no sabe
quién las representa, el 32% no se sienten representadas, 7% ha podido exponer
sugerencias o demandas a su representante, el 4% percibe que la persona que los
representa ha cumplido sus expectativas, el 1% percibe que la persona que los
representa ha cumplido sus promesas de campaña.
Cuando se indaga si conocen si hay líderes en su colonia con los cuales pueda acudir para abordar
necesidades comunitarias,
el 41% no están
seguras si existen líderes con quienes puedan acercarse, el 39% no conoce a sus líderes a los
cuales acudir para exponer sus problemáticas, y un 20% sí conoce a los líderes
con los cuales puede acudir para exponer sus problemáticas.
Se les preguntó que en caso
de que el liderazgo comunitario pudiera mejorarse ¿qué herramienta serviría?
El 35% respondió que no hay liderazgo en su colonia, 24% procesos de
selección comunitaria de líderes, 17% de ellas expresó cursos o capacitaciones
de intervención comunitaria para líderes,14% estrategias
para externar y pedir atención a necesidades comunitarias, 10% estrategias de
vinculación comunitaria con el gobierno.
Cuando se les preguntó si
estaban interesadas en ejercer el liderazgo en su comunidad, entre
las mujeres entrevistadas el interés de ser líder de su comunidad muestra que
un 57% no ha tenido interés, el 32% no sabe o no está segura y el 11% sí ha
tenido interés pero no sabe cómo hacerlo.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Pariendo de la discusión teórica que se aborda al inicio de este
artículo, es muy importante resaltar que aún hoy, sigue existiendo una brecha en
las tasas de participación en la fuerza de trabajo que coloca a las mujeres en
desventaja frente a los hombres. Según la OIT el índice de participación de las
mujeres en la población activa en el mundo para el 2018, se aproximó al 49%,
frente a un 75% de los hombres, en el caso de México fue de 44,1% versus 79% de
los hombres y se prevé que por la pandemia, según los nuevos datos de ONU
Mujeres y el PNUD 47 millones
más de mujeres y niñas caerán por debajo de la línea de pobreza, revirtiendo
así décadas de progreso para erradicar la pobreza extrema (ONU Mujeres, 2020).
Ahora bien, si hablamos de la
participación de las mujeres en los parlamentos, Según la Unión
Interparlamentaria Mundial (UIP), de un total de 46.000 miembros del parlamento
en el mundo, el 25, 58% son mujeres (UIP, 2020), para el caso de México el 50%
de la cámara de diputadas son mujeres. Esto como se explicó anteriormente,
obedece a la Ley
general de instituciones y procedimientos electorales del 2014, donde se
establece la cuota de género 50/50.
Si bien es cierto, que
México ha avanzado en la participación de las mujeres, en el orden federal, aún
continua los rezagos en los estados, especialmente aquellos donde hay una
población indígena mayoritaria, donde las mujeres por los usos y costumbres que
prevalecen en estas comunidades, están expuestas a la exclusión, en ese
sentido, analizando los resultados de las 700 encuesta realizada a las mujeres
que habitan en tres Zonas de Atención
Prioritaria (ZAP) en Tijuana Baja California, fue evidente encontrar, que debido
a los niveles de educación de las mujeres, a las labores del hogar o el empleo
y a la falta de información, la participación en estos procesos es muy escasa.
Haciendo mención de la “pirámide de Maslow”, sin duda alguna
todas las personas buscan la autorrealización, como seres humanos, y en este
sentido, el reclamo más contundente que las mujeres a través de la historia han
hecho y continúan haciendo es lograr ser visibles y tomadas en cuenta como
parte del desarrollo de las naciones. Reclamo que ha generado Leyes,
posicionamiento del tema en los organismos internacionales, como ONU mujeres,
el mandato de la OIT en materia de igualdad de género, indicadores de medición
para la toma de decisiones de políticas públicas, como el Índice de Desigualdad
de Género (IDG), el reconocimiento del tema en los Objetivos de Desarrollo
Sostenible 2030 entre otros, que han contribuido sin duda alguna, avanzar en el
tema de la equidad de género.
De ahí, que después de analizar
los resultados de la encuesta, se concluye que para fomentar la participación política proactiva de las mujeres en
las colonias estudiadas, es necesario superar un conjunto complejo de
obstáculos estructurales y personales que aún persisten. En promedio, los
niveles de alfabetización y educación de las mujeres son más bajos frente al de
los hombres. Si bien las mujeres, son un aporte importante de la economía y
están firmemente establecidas en ese ámbito, en estas colonias, el contexto
social todavía tiende a ubicar a las mujeres en la esfera doméstica, más que en
la pública y en el discurso colectivo, se sostiene que la mujer ideal es
aquella que es sumisa en la esfera política. Por lo tanto, este escenario
conforma un contexto en el cual las mujeres tienden a tener menos confianza en
sí mismas en público y en ocasiones, son desalentadas a levantar la voz y
defender sus intereses, especialmente frente a un público masculino.
Debido a
que se considera, que las mujeres son responsables de la mayoría de las tareas
domésticas y de la crianza de los hijos, son los maridos y los suegros quienes
a menudo se oponen a la participación de las mujeres en la política. Además, la
mayoría de las organizaciones y partidos políticos de estas zonas, no están
organizados democráticamente, sino que están controlados por uno o varios
líderes influyentes que son predominantemente hombres. Cuando se trata de
posicionar candidatos en listas electorales, los recursos económicos y el
estatus social de los candidatos suelen ser decisivos. Como tal, puede ser
extremadamente difícil para las mujeres aparecer en la parte superior de las
listas electorales. Si las mujeres logran asegurar un buen puesto, a menudo les
resulta difícil movilizar los recursos necesarios para las campañas electorales
y ser tomadas en serio o incluso aceptadas como representantes por la
población.
Un pilar
por desarrollar en estas colonias, consiste en la ejecución de actividades de
sensibilización para fomentar un entorno político y social favorable dentro de
los grupos locales que permita a las mujeres participar en la política local.
Estas actividades siempre deben ser adaptadas a las condiciones locales y tomar
en cuenta las dinámicas culturales y económicas de estas zonas. Entre estas
actividades es factible realizar mítines públicos, programas de radio y
campañas puerta a puerta y publicidad en “redes sociales”. El objetivo
principal de todas estas intervenciones tiene que ser el fomento conceptual en
las mujeres sobre la importancia de la participación y representación femenina
en los procesos de toma de decisiones locales; y también abordar aspectos
generales importantes para las elecciones locales y brindar una educación
cívica proactiva.
Las
actividades específicas de sensibilización, no solo deben estar enfocadas en
las mujeres sino también en la población masculina de estas colonias, con el
objetivo, no solo de prevenir conflictos dentro de las familias, sino también
de alentar a las familias a brindar apoyo. Los políticos locales, así como las
autoridades tradicionales y organizaciones sociales en las colonias, también
reciben un beneficio con la puesta en marcha de estas actividades específicas
de sensibilización. Como líderes de opinión, su influencia positiva es vital para
la aceptación de la participación de las mujeres en los procesos locales de
toma de decisiones.
El problema
que enfrentan las mujeres en estas colonias para participar en la esfera
política, se prolonga también en las comunidades indígenas del país, donde las
mujeres han logrado obtener un reconocimiento a través del voto para ocupar
cargos de elección pública en sus
comunidades, pero que por obligación a solicitud de sus maridos por los “usos y
costumbres”, han renunciado a ellas, para ser ocupadas por hombres, estos casos
sucedidos en comunidades de Oaxaca y Chiapas en las últimas elecciones, han
sido llevados por ellas mismas al Tribunal Electoral con el fin de que se
reconozcan sus derechos, y así como estos ejemplos, la lucha en México para lograr
la paridad de género en los cargos de representación pública continua, porque aún
hoy por ejemplo, cargos como el de presidir la Junta de Coordinación Política
del Senado de la República, las mujeres siguen siendo excluidas o colocadas en
los cargos más bajos, una muestra de
ello es que para el periodo 2018-2024 esta junta está conformada un 70% de
hombres, frente a un 30% de mujeres, como se muestra en la gráfica 6.
Es
importante resaltar, que debido a que la ciudad de Tijuana, está situada en la
frontera norte, se ha ido formando, como todo el estado de Baja California por
personas migrantes de todos los estados de México, que por la industria
maquiladora que genera empleo son atraídas a esta parte del país y que traen
consigo las costumbres propias de sus comunidades, donde las mujeres son
percibidas en la esfera doméstica, de ahí que cuando se les preguntó las razones
por las cuales no participan, se encontró que en promedio un 10% de las 700
mujeres entrevistadas, contestó que no se le permitió participar.
Finalmente,
hay una tarea urgente para el Instituto Nacional Electoral (INE) de México, y
es capacitar a lo largo y ancho del país, para que la cultura política lleve un
distintivo incluyente, y se abra la participación de las mujeres, especialmente
de aquellas que pertenecen a las comunidades indígenas y negras de este país.
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[1] Doctora en Ciencias Sociales con especialidad en estudios regionales
por el Colegio de
ORCID-ID: https://orcid.org/0000-0002-8091-0551
[2] Doctora en Estudios en Desarrollo
Global por la Universidad Autónoma de Baja California, México. Maestría en
Mercadotecnia por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México y Lic. En
Economía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Docente de
la Universidad de Baja California (UABC) Campus Tijuana y Docente de la
Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas 1.
E-mail: villanueva.lilia@uabc.edu.mx